Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Costa, antes de ser suspendido de militancia, en su escaño de las Cortes valencianas. / EFE
ESPAÑA

Rajoy da un golpe de autoridad y echa a Costa

Intenta impedir el derrumbe del PP con el castigo al ex secretario regional valenciano y la llamada a capítulo al vicealcalde de Madrid Trata de frenar a Camps, que quería nombrar 'conseller' a su amigo

M. IGLESIAS/S. ORTIGUEIRA
MADRID/VALENCIAActualizado:

«La paciencia es una de las más importantes virtudes que debe tener un político, pero santo Job sólo ha habido uno en la Historia», dijo Mariano Rajoy para resumir así su estado de ánimo en un momento de múltiples broncas en el PP que le han situado al límite de sus posibilidades de aguante y desbordado su particular administración de los tiempos. El líder de los populares dijo ayer: «Hasta aquí hemos llegado», y dio un inusual golpe de autoridad con medidas disciplinarias. Echó a Ricardo Costa del partido y anunció que llamará a capítulo al vicealcalde de Madrid.

Rajoy adelantó que el próximo martes, ante el comité ejecutivo, hablará de la lealtad y también de la corrupción, que reconoció que afecta al PP por el caso Gürtel. En un discurso ante la junta directiva del partido en Murcia, arrancó aplausos cuando abominó de la corrupción -«me parece una porquería»- y anunció que «si tengo la convicción de que alguien ha hecho algo que no debe, esa persona no puede pertenecer al PP».

De este modo pretendió frenar el desmoronamiento del PP del que alertó el barón autonómico castellano-leonés, Juan Vicente Herrera. Los militantes están hartos de las broncas internas, ven con dolor, preocupación y desconcierto lo que está ocurriendo en el partido y son víctimas de la desmoralización, dijo el presidente de Castilla y León en una desesperada llamada de atención. Horas después y tras varias semanas de disputas, Mariano Rajoy demostró la identidad de sus sentimientos con el hartazgo de su militancia y adoptó medidas contundentes. Ayer, el comité nacional de Derechos y Garantías suspendió de militancia al ex secretario general del PP valenciano, Ricardo Costa, y citó para el próximo miércoles al vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, por sus explosivas declaraciones contra Esperanza Aguirre.

El PP justificó la suspensión cautelar de militancia a Costa «por su actitud», en referencia a la recalcitrante insistencia del dirigente de Castellón en exhibir su condición de secretario general frente a las pretensiones de la dirección nacional empeñada en desmentirle. En la comunicación del comité de Derechos y Garantías al dirigente valenciano -que se enteró de su expulsión por los medios de comunicación- se le acusa de vulnerar los estatutos por «haber incumplido las directrices de los órganos de dirección del partido» y haberse «arrogado una representación que no le corresponde».

Mientras Costa aseguraba que seguía siendo el número dos del partido en la Comunidad Valenciana, su presidente regional, Francisco Camps, sostenía que cesó en sus funciones el 13 de octubre por acuerdo del comité ejecutivo. Rajoy y Dolores de Cospedal proclamaron tajantes que Camps informó a la dirección nacional de que el secretario general había pedido dejar el cargo y fue relevado por Rafael Atencia. «Por supuesto, (Costa) ha dejado de ser secretario general», dijo sin lugar a dudas la secretaria general del PP el lunes.

Por tres veces

Pero el joven ex secretario general no quiso acatar las directrices de sus superiores en Madrid y tampoco atendió los consejos de quienes le recomendaban que no volviera a su escaño en las Cortes, en donde también ha sido sustituido como portavoz del Grupo Popular. En clara rebeldía, Costa fue ayer por la mañana al Parlamento autonómico y volvió a reivindicar en público su condición de secretario general, con la misma «actitud» con que ofreció una rueda de prensa antes del famoso comité ejecutivo en el que se acordó que cesaría en sus funciones mientras la dirección nacional investigaba su relación con la trama Gürtel.

Hasta tres veces se reafirmó como secretario general un sonriente Ricardo Costa, que ocupó su nuevo escaño en la última bancada de las filas populares de la cámara. En un receso de la sesión, declaró que «ha aportado la documentación sobre sus bienes» y otra información remitida al Comité de Garantías e instó a sus miembros a que «si tienen dudas», tomen las medidas oportunas o, en caso contrario, ratifiquen su gestión y pongan en valor su honradez.

El desafío resultó la disculpa adecuada para su expulsión temporal del partido, que se conoció apenas un par de horas después de esta exhibición del político valenciano. Pero la medida también responde a acontecimientos anteriores que, según distintas fuentes del PP en Madrid y Valencia, se produjeron la víspera. El presidente de la Generalitat comunicó a Rajoy su intención de remodelar su gabinete -como le habían pedido los presidentes provinciales del PP, en connivencia con Dolores de Cospedal- y su pretensión de incluir en el Gobierno a Ricardo Costa. La dirección nacional cree que ha puesto freno a los planes de Camps con la suspensión de Costa y, de paso, también a la insolencia del dirigente defenestrado.

Fuentes cercanas al ex secretario general de los populares valencianos aseguran que el dirigente rebelde ya le había anunciado a Rajoy que sólo firmaría la paz con una condición: que la dirección nacional difundiera un comunicado acreditando su honradez y su buena gestión al frente del partido.

Condiciones

No ha sido ésta la única exigencia que ha recibido Rajoy en los últimos días. Cuando aún no había resuelto el guirigay de la Comunidad Valenciana, se propagó con inusitada rapidez un nuevo incendio en Madrid a causa de la disputa por el poder en Caja Madrid. Una entrevista en El País del vicealcalde Manuel Cobo -mano derecha de Alberto Ruiz-Gallardón-, con graves descalificaciones a Esperanza Aguirre, alentó los rescoldos de la aversión indisimulada que se profesan la presidenta de la comunidad y el alcalde de la capital.

A su vez, el número dos de los populares en Madrid, Francisco Granados, vaticinó que las luchas intestinas por el control de la caja de ahorros va a continuar. «Creo que hay mucho odio contenido, mucho insulto y poca caja», declaró en la Ser. Uno de los posibles candidatos a dirigir Caja Madrid, el diputado Manuel Pizarro, hizo en Telemadrid un despiadado resumen de la situación y dijo que si el líder del partido no va por delante y el secretario general no pone orden «el ganado se desparrama».