ANÁLISIS

Sin corazón

CATEDRÁTICO DE DERECHO PENAL Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Quienes no entienden de esto dicen que «ser» del Real Madrid es fácil, que lo difícil es apoyar a otro equipo que sólo gana títulos cada 10 ó 15 años. Craso error. Nadie sufre más que nosotros, los madridistas. La emoción mística en ese estadio donde reverbera el sonido triunfal de nueve copas de Europa y una infinidad de ligas nos mantiene unos palmos por encima de la realidad justo hasta el minuto 7 de cada partido, en el que inunda el campo el recuerdo de aquel Juanito maravilla, emblema del corazón madridista. A partir de ahí, más vale que los once elegidos muevan la pelota con soltura, dibujen triangulaciones imposibles y marquen dos o tres goles más que el contrario, porque si no el estadio se enfría hasta enmudecer. Ni siquiera sirve ganar, hay que hacerlo con fantasía. Somos un público exigente: de la excelencia para abajo, nada de nada. No habrá reconocimiento, ni aplauso, ni, quizá, condescendencia. ¿Hay algo más difícil de soportar?

Nuestra memoria nos devuelve una y otra vez a ese instante irrepetible, en Glasgow, cuando Zidane colocó el balón en la escuadra del Bayer Leverkusen: marca de la casa, sencillamente majestuoso. El Madrid del siglo XXI -un Madrid sin corazón- se vistió de gala con Zidane. Ni siquiera la memorable Quinta del Buitre llegó a tales cotas de elegancia futbolística. Desde finales de los 60 (no alcancé a ver a Di Stefano) nadie ha personificado con tanto rigor el espíritu excelso del madridismo, que exige obrar con suficiencia y mirar al contrario -si acaso- un palmo por encima del hombro (algo que nunca conseguirán los culés, pendientes siempre de nosotros). Pero tras el cénit de Glasgow, ¿quién se acordó de que con Zidane recién estrenado, en el octubre anterior, el equipo no daba pie con bola, exactamente como ahora? Y, sobre todo, ¿quién pidió entonces que Pirri, Camacho o Juanito nos devolvieran el corazón madridista, ya sólo en cierto modo encarnado en Casillas o Raúl? Nadie. Los tiempos han cambiado y la camiseta blanca se pesa en euros y no en las historias de nuestros padres. No está nada mal si, a cambio, podemos ver cada semana a Cristiano Ronaldo, Kaká, Benzema o Xabi Alonso. Poco a poco este equipo se ensamblará como es debido y el 22 de mayo de 2010 pasearemos la Décima por las calles de Madrid... sin acordarnos para nada de la maldita noche de Alcorcón.