Tufo Pretencioso
CÁDIZActualizado:Una de las razones por las que Tartufo hace justicia a su autor se debe a que desmitifica su fama de misógino. Ésta mala reputación le viene dada por títulos como Las preciosas ridículas o Las mujeres sabias. Lo que está claro es que los detractores de este magnífico comediógrafo francés no se han detenido a estudiarlo en profundidad, pues precisamente uno de sus mejores legados estriba en que supo caricaturizar a hombres y mujeres por igual. Constantes del comportamiento humano como la vanidad, la avaricia, la mentira, la sed de venganza, la hipocondría y muchas otras características que nos convierten en género imperfecto, han sido retratadas con inteligencia y excelente humor en sus obras, motivo por el cuál, queda patente su universalidad.
La compañía murciana Alquilba Teatro ha querido dar un matiz actual al montaje, pero no ha sabido transmitir la esencia, ni de la comedia como género, ni del fascinante protagonista. Tal parece que tanto la dramaturgia, como la dirección, se hubiesen engolosinado con una súper producción que finalmente cae en las redes del contrasentido más absoluto. Pretende criticar lo falso de una sociedad rendida al dinero y los intereses políticos, pero la apuesta es tan pretensiosa, que todos en ella resultan tartufos, es decir, falsos en su hacer.
De nada han servido a la compañía los enormes espejos que enmarcan la escenografía; quizás deberían haber empezado por mirarlos, por mirar hacia adentro de la propuesta tan fallida que se iba gestando. El resultado es tan estereotipado que no logramos reconocernos en los caracteres viciosos de sus personajes, ni en el reflejo simbólico (y tan manido ya en escena), de sus gigantescas lunas.
Las actuaciones son pésimas en general, algunas llegan a ser vergonzosas por simplonas. El montaje carece de cualquier tipo de recurso imaginativo o estético, todo en él es plano e insustancial. La música termina de darle ese aire de serie de televisión para clase media con sus típicos y chocantes interludios a lo tipo Aquí no hay quien viva.