La herencia de Alberti terminará en los juzgados diez años después
El testamento del poeta ha agotado el tiempo de reparto y tendrá que someterse a la decisión de un tribunal
CÁDIZ Actualizado: GuardarEl bálsamo del tiempo no lo cura todo. Al menos no ha conseguido cerrar las heridas que se abrieron con el polémico testamento de Rafael Alberti, fallecido hoy hace diez años. Con la partida del autor de Marinero en Tierra se sembraba la tormenta entre dos mujeres, su última esposa y su única hija por el control de los bienes y los derechos de la obra del genio portuense. El tema, un guadiana informativo cuya justicia o falta de ella salió a relucir en los papeles cada cierto tiempo, corre el riesgo de volver a la máxima actualidad estos días: transcurrida una década sin acuerdo, el asunto podría solucionarse en la frialdad de un tribunal.
El asunto que enfrenta a María Asunción Mateo -última esposa del portuense- y a su única hija, Aitana Alberti ha agotado hoy el plazo para una solución no judicial. El documento establecía una figura de contador-partidor, un cargo voluntario encargado de llevar a efecto las últimas voluntades del fallecido. También daba un plazo de diez años desde la muerte en 1999 para que se repartieran los bienes.
No se trataba solamente del reparto físico de esos bienes y derechos, sino que tendría que haberse hecho un ajuste entre el reparto de asuntos concretos con respecto a los tercios de cualquier herencia y los beneficios de los derechos.
Estos bienes tendrían que haberse inventariado, cosa que no ha ocurrido. A partir de esta mañana, el inventario tendría que realizarse por medio de un acuerdo entre las partes -improbable a todas luces- o bien por medio de una partición judicial.
Aitana Alberti no ha atendido a este medio por el consejo de sus abogados, probablemente ante el proceso que avecina en los próximos tiempos. Por su parte, María Asunción Mateo ha dejado claro que el testamento es «un asunto íntimo» entre «dos personas», refiriéndose a la hija del poeta con María Teresa León, que estos días se encuentra en Madrid. «No ha acudido a hablar con los abogados», advierte Mateo de Aitana Alberti y va más allá cuando confirma que «nadie ha impugnado» el testamento. «A estas alturas no voy a contestar», concluye.
Un proceso tormentoso
La herida que se reabre en estos días no es nueva. La caja de los truenos se abrió cuando se conoció la última voluntad del artista. En resumen, la mayoría de los derechos de autor -y los más golosos- serían para María Asunción Mateo y para sus hijos, David y Marta. Para Aitana quedaban cuadros, escritos y los derechos de autor de El amor y los ángeles, una antología de la propia Aitana. Según la hija, los bienes que le dejaba su padre ya se los había regalado en vida.
El documento dio lugar al revuelo con acusaciones en el que Aitana llegó a decir del testamento que era «una burla y un expolio». El catalizador de la polémica -al margen de las voluntades- es que se publicó que Alberti firmó diez testamentos en cinco años. «Habría que ver cómo ha sido el crescendo de la manipulación entre el primero, en 1991, y el último, cinco años más tarde», dijo Aitana en su día. El último, del 10 de diciembre de 1996 es el único válido y que podría terminar en los juzgados trece años después.