«Ella me dijo que no me quería y me entraron los nervios, no sé qué me pasó»
El acusado por la muerte de María Juana López, el primer crimen por violencia de género en Jerez, asegura que habían hecho las paces y no pretendía hacerle daño
JEREZ Actualizado: GuardarUna gran expectación ha rodeado el juicio por la muerte de María Juana López, algo lógico teniendo en cuenta que se trata del primero por una víctima de violencia de género en Jerez. La mujer, de 67 años de edad, murió degollada en mayo del año pasado, tras ser golpeada con una maceta en la cabeza. Ayer, el único imputado, Francisco G.A, de 78 años de edad, manifestó ante su letrado que el día que tuvo lugar aquel trágico suceso perdió la cabeza, pero que «no tenía intención de hacerle daño».
Francisco, tras acogerse a su derecho de no declarar ante la Fiscalía y la acusación entre otros motivos por «problemas de audición», sí respondió a las preguntas que le hizo su abogado durante el primer día del juicio. «Habíamos hecho las paces y ella me iba a quitar la denuncia», aseguró el acusado en referencia a la medida cautelar de alejamiento dictada por un juzgado de Violencia de Género. Francisco afirmó que fue ella quien le abrió la puerta, pero comenzaron a discutir: «Me entraron en la cabeza unos nervios... No sé qué me pasó. Ella me dijo que no me quería». Después, añadió, empezaron a «bregar».
«Ella me pegó primero con un plato en la cabeza y me hizo una brecha. Yo ya no sabía lo que estaba haciendo. No tenía intención de hacerle daño cuando venía, ya que una vecina me dijo que ella quería hacer las paces», sostuvo ante su abogado.
Arrepentido
Al preguntarle la defensa si se encontraba «en sus cabales» en el momento de los hechos, respondió: «Se me nublaron las luces, los nervios, la cabeza... No sabía ni lo que hacía. Me arrepiento mucho, mucho, y ya no quiero vivir más».
En la primera vista por la muerte de María Juana López, que comenzó ayer en la Audiencia Provincial y que se extenderá hasta mañana, el anciano contestó a las preguntas sobre la relación sentimental que mantenía con la víctima. Así, explicó que ambos estuvieron viviendo por temporadas entre Montellano (Sevilla), de donde es él, y en Jerez, localidad donde residía María Juana.
También contó que llevaba viudo varios años en el momento de conocerla a ella y que los problemas en la relación comenzaron a los pocos meses. Incluso intentó suicidarse «porque no quería vivir ya», por lo que la fallecida llegó a trasladarse a Montellano unos días para «cuidar» de él. Francisco interpretó que habían «hecho las paces». Entre lágrimas y sollozos, y al finalizar su testimonio, quiso hacer constar su arrepentimiento por los hechos.
En el juicio también declararon los funcionarios de la Policía Nacional que encontraron el cuerpo de María Juana, los que trasladaron a Francisco arrestado a Comisaría y los agentes de la Policía Científica que realizaron la inspección ocular. Por la tarde fue el turno de los testigos, fundamentalmente vecinos y familiares, y del hijo del acusado.
Contusiones y un corte
Los policías que prestaron declaración ayer coincidieron en que María Juana López recibió un «golpe contundente» en la cabeza que la dejó inconsciente y con contusiones en la cara. De hecho, en el suelo encontraron los restos de una maceta con tierra y «mucha sangre» alrededor del cuello de la víctima. Y cerca de la cabeza, el cuchillo de cocina que le provocó la muerte cuando ya se encontraba incosciente.
También señalaron que Francisco se encontraba en estado de «shock» y que incluso se abalanzó sobre el cuerpo ya sin vida de la víctima, por lo que tuvo que ser reducido. Según los agentes, el acusado expresó en reiteradas ocasiones que «se lo merecía por el daño que le había hecho».
La acusación particular, ejercida por Pedro Pérez, pide para el presunto asesino una pena de 21 años por un delito de asesinato, al considerar que hubo «premeditación», «alevosía» y «ensañamiento». También solicita un año más por un delito de quebrantamiento de medida cautelar. La defensa trata de demostrar que concurren las circunstancias de un homicidio y no de un asesinato, ya que, según argumenta, el acusado no se hallaba en sus «plenas facultades» y actuaba «bajo un arrebato».