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LOS LUGARES MARCADOS

Las ciudades únicas

JOSEFA PARRA ciudadanos@lavozdigital.es
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En el XI Congreso de la Fundación Caballero Bonald que se celebró la semana pasada, y que barajó las posibilidades combinatorias de la literatura (en todos sus géneros) y la naturaleza (en todas sus facetas), pudimos oír voces muy autorizadas. Unas hablaron del paisaje, otras de ecocrítica, de la memoria de la tierra, del mar, pájaros, la mirada. Quienes tuvimos la suerte de estar allí aprendimos, comprendimos, nos sorprendimos y, sobre todo, disfrutamos. La instrucción sin placer es una medicina desabrida. Pero cuando se cumple la máxima horaciana del «enseñar deleitando», las horas vuelan y el conocimiento se nos va transmitiendo sin sentir. De entre las variadas intervenciones, que merecen una atenta revisión (seguramente las repondrán en la televisión local), hoy recuerdo la de Fanny Rubio, titulada «Madrid, naturaleza urbana». Habló Fanny de la capital de España, su «ciudad mortal» o «ciudad término», en oposición tranquila a su Linares natal; pero quien dice Madrid puede muy bien decir Bogotá, París, Barcelona, Lisboa. Jerez, ¿por qué no? «Las ciudades se convierten en lo que no son si las miras con amor», decía, «la fiera se convierte en levedad». Es aplicable a cualquier lugar que uno habite. «Cada mirada descubre una visión de la ciudad, que es verdadera aunque no coincida con la de otro». Me explico ahora por qué la concepción de mi Jerez no es exacta (en ocasiones ni parecida) a la de mis prójimos. Vive cada cual en una ciudad diferente, con calles que sólo concuerdan en sus nombres. Somos habitantes únicos de una ciudad singular, y esa circunstancia ilógica nos marca. Si, para Fanny Rubio, Madrid iluminada por cierta luz de atardecida puede ser el mar, ¿qué tiene de extraño que Jerez me parezca, en medio de este otoño templado, un río de oro discurriendo ajeno a nuestros agravios?