Ausencias de división
Actualizado:La conmemoración institucional del trigésimo aniversario de la aprobación del Estatuto de Gernika se convirtió ayer en una nueva y preocupante muestra de división entre quienes supieron unirse a la celebración de un acontecimiento histórico que tanto bienestar ha reportado a los vascos, y quienes no vacilaron en boicotear la llamada del lehendakari López para evitar ser retratados en un gesto que hubiese hecho mayor justicia a la trascendente fecha del 25 de octubre de 1979. Como el lehendakari señaló ayer, el Estatuto sigue siendo la vía por la que la ciudadanía vasca optó hace 30 años para materializar su derecho a decidir. De hecho quienes han tratado de superarlo desde el soberanismo, desbordando los cauces del actual marco constitucional, no han conseguido ofrecer a la sociedad vasca un proyecto que suscite mayor adhesión que el que generó el vigente Estatuto de Autonomía, ni una alternativa solvente frente al amplísimo nivel de autogobierno del que hoy goza Euskadi. Si las previsiones estatutarias no se han visto cumplidas plenamente, o si la reflexión sobre su eventual mejora no ha conducido a ningún resultado, se debe en gran medida a la persistente intransigencia de quienes ayer rehusaron acudir al acto de conmemoración que se celebró en Ajuria-Enea. Resulta elocuente que Euskadi, que es sin duda la comunidad más autónoma del Estado constitucional, se encuentre a la cola de las iniciativas de reforma estatutaria encabezadas en su día por Cataluña. Es la demostración más palpable de que la división ideológica dificulta sobremanera que los vascos cuenten con referencias asumidas y defendidas como comunes en cuanto a las normas básicas de la convivencia, e impide que el futuro del autogobierno se redacte en términos actualizados que cuenten con un consenso suficiente. Lo ocurrido el sábado en Gernika y ayer en Vitoria viene a confirmar que el PNV ha hecho valer estas últimas semanas su tratamiento diferencial de los acuerdos en materia presupuestaria en las Cortes Generales y en las instituciones vascas, mientras se mostraba imperturbable respecto a aquellas cuestiones que tengan que ver con la identidad nacionalista y con las complicidades en el seno de la comunidad abertzale. Una dualidad que, por otra parte, no parece incomodar en exceso al partido que gobierna en Madrid y en Vitoria.