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Un hombre no puede ocultar su dolor tras observar los daños causados ante la sede del Ministerio de Justicia. / AFP
MUNDO

La barbarie rompe su tregua en IrakObama habla de «vergonzoso» intento de frustrar los avances

Dos atentados simultáneos con coches-bomba en Bagdad dejan casi 140 muertos en la acción terrorista más brutal desde 2007

MIKEL AYESTARAN AGENCIAS
HERAT NUEVA YORKActualizado:

Los estadounidenses van cumpliendo su plan de retirada de un Irak que poco a poco desaparece de la agenda internacional. Sólo los atentados rescatan del olvido al país que durante varios años fue la prioridad absoluta de la Administración norteamericana. Y ayer volvió al primer plano de la peor manera posible: con decenas de muertos por la violencia indiscriminada. Al menos 140 personas perdieron la vida y otras 600 resultaron heridas tras producirse dos explosiones simultáneas en el centro de Bagdad. Una matanza más que añadir a la larga lista de atrocidades vividas en este país desde que EE UU arrojara del poder a Sadam Hussein y comenzara una posguerra que se antoja interminable.

Con la misión de Afganistán a medio camino, George W. Bush amplió su frente al país árabe para culminar su «cruzada contra el fundamentalismo». Pero con el paso de los años se ha comprobado el fracaso en ambas operaciones. Afganistán se mira hoy más que nunca en el espejo de Irak y la nueva política de afganización que intenta aplicar la OTAN suena más a estrategia de salida que a otra cosa. El día que se marchen los estadounidenses del país centroasiático ocurrirá lo mismo que en Irak: sólo la violencia será noticia.

El objetivo ayer de los terroristas fue doble y los coches-bomba utilizados explotaron de forma simultánea a las diez y media de la mañana en el Ministerio de Justicia y la sede del Gobierno Provincial de Bagdad, cerca también del popular hotel Al-Mansur. Como pasa siempre en estos casos, el mayor número de víctimas fueron civiles, muchos de ellos funcionarios que acudían a las oficinas para empezar su semana laboral. «Los primeros análisis nos llevan a pensar que la mano de Al-Qaida y de antiguos miembros del partido Baas está detrás de lo ocurrido», señaló el portavoz del Gobierno iraquí, Ali al-Dabbagh.

Las fuerzas de seguridad iraquíes bloquearon los accesos a las zonas devastadas y el primer ministro, Nuri Al-Maliki, se trasladó al lugar de los hechos para seguir en primera persona las labores de los equipos médicos. Bagdad volvió a revivir las crudas escenas de agosto, cuando otro coche-bomba causó más de 100 muertos frente a las sedes de Exteriores y de Economía, muy cerca también de la denominada Zona Verde donde se ubican las embajadas de EE UU o Reino Unido. En aquella ocasión, Al-Maliki apuntó a Siria por «dar asilo seguro» a antiguos cabecillas del Baas, acusación de la que no aportó pruebas y que causó un gran malestar en Damasco.

Boicotear las elecciones

Como ocurre en Afganistán, la insurgencia iraquí también tiene las elecciones generales de enero en su punto de mira. «Me temo que desde hoy y hasta el próximo mes de julio la actividad terrorista crecerá», declaró el general Ali Ghaidan Majeed, comandante de las fuerzas terrestres iraquíes, haciendo referencia al período de tiempo necesario para preparar los comicios, votar y posteriormente formar un nuevo Ejecutivo. Los líderes políticos del país estaban precisamente citados ayer a media tarde para discutir la modificación de la ley electoral, pero se desconoce si después de los atentados la reunión se celebró o no.

Irak acudirá a las urnas el 16 de enero, pero la ley electoral que regulará estos comicios no está clara. Tras varias semanas de infructuosos debates parlamentarios finalmente el Comité Político de la Seguridad Nacional tendrá la responsabilidad de consensuarla. Los puntos a debate se centran en el sistema de voto (listas cerradas o abiertas) y las dificultades para abrir colegios electorales en la disputada Kirkuk, ciudad con fuertes tensiones entre kurdos, árabes y turcomanos. Si no se resuelven estos problemas y aumenta la presión de la insurgencia los comicios podrían llegar a retrasarse, lo que supondría «una oleada de caos que nos llevaría a perder todo lo conseguido hasta ahora», declaró la semana pasada Al-Maliki.

El test de las urnas será toda una prueba para evaluar la situación de seguridad antes de la salida de las tropas de combate de EE UU. Después quedarán 50.000 hombres para tareas de asesoramiento y entrenamiento de las fuerzas locales.

Condenas internacionales. O sea, más de lo mismo. Porque todas las voces unidas del mundo no pueden hacer nada contra el fanatismo y la intransigencia. EE UU, la UE y todo país democrático que se precie se apresuraron ayer a arremeter contra la sinrazón de una violencia que sólo engendra más violencia. Pero al final sólo son palabras frente a bombas y balas.

Entre las voces que se alzaron contra la barbarie destacó la del presidente estadounidense, Barack Obama, que ve cómo el terror no tiene freno y la salida de Irak hacia una solución pacífica se estanca de nuevo. El mandatario demócrata calificó de «vergonzoso» el intento de los terroristas de frustrar los avances logrados.

«Estas bombas no sirven más que para asesinar a hombres, mujeres y niños inocentes y sólo ponen de manifiesto los objetivos de odio y destrucción de quienes pretenden negar al pueblo iraquí el futuro que se merece», afirmó Obama, desde la Casa Blanca. El líder afroamericano también telefoneó al primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, y al presidente , Jalal Talabani, para transmitirles que Estados Unidos «permanecerá junto a los iraquíes».

«Los países vecinos y lejanos deben dejar para siempre de acoger, financiar y apoyar a las fuerzas que proclaman abiertamente su hostilidad hacia el Estado iraquí», contestó Talabani al respaldo del dirigente norteamericano.

La Unión Europea (UE ) también se unió a la condena de Obama y la presidencia sueca de turno resaltó en un comunicado su repulsa por los ataques de carácter «terrorista» y su apoyo a los familiares de las víctimas.