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El colegio espera un cerramiento completo de las instalaciones. /ESTEBAN
Jerez

El colegio de Lomopardo espera obras de ampliación desde hace cuatro años

El centro mantiene agrupados a los alumnos de dos niveles de Educación Infantil por falta de sitio

VIRGINIA MONTERO J
EREZActualizado:

El colegio de Lomopardo está esperando obras de reforma y ampliación desde el año 2005, cuando la necesaria construcción de un aulario para Educación Infantil se incluyó en el Plan Mejor Escuela de la Junta de Andalucía.

Casi 150 alumnos de Lomopardo, La Corta, la finca El Toro, Los Albarizones, Las Pachecas y otras zonas de diseminados cercanas acuden cada día a este colegio que, curiosamente, no está terminado desde que se fundó hace 27 años. «Llegó el mes de septiembre y no habían terminado de hacer el patio pero metieron a los niños. El Ayuntamiento todavía no ha terminado de adecentar el espacio», explicó el director del colegio, Miguel Ángel Picazo. Actualmente, los alumnos disponen solamente de las pistas deportivas y parte de los aparcamientos del colegio como patio de recreo, aunque no está preparado para este cometido. Al Consistorio también le han solicitado en repetidas ocasiones el cerramiento del recinto escolar.

El futuro edificio de Infantil se construirá en un porche techado que se utiliza como salón de usos múltiples. «Tendrá tres aulas, despachos, baños y acceso para minusválidos», detalló el responsable escolar.

«Lomopardo existe»

Esta obra, de hecho, salió publicada en el Boletín Oficial del Parlamento en mayo de este mismo año como «en ejecución o fase de inicio» aunque en el colegio de Lomopardo aún no han visto un solo albañil. Otras obras que se citaban ahí, como la del Fernando Quiñones, Coloma o Sagrada Familia, ya se han terminado o se están ejecutando. «Vamos a tener que poner el cartel de Lomopardo también existe, como hicieron en Teruel», dijo Picazo.

La falta de espacio es evidente en un centro que, además, está creciendo en los últimos años. Los alumnos de 3 y 4 años están en la misma clase. «Un aula mixta, como máximo, puede tener 15 alumnos y nosotros tenemos 18. Este colegio se construyó para ocho unidades de la antigua EGB y ahora tenemos doce clases, además de la biblioteca y el comedor», añadió el director. Este colegio es un centro Semi-D, es decir, un colegio en el que se imparten los dos primeros cursos de Secundaria.

Aunque el colegio de Lomopardo no está de obras sí lo está su alrededor. De hecho, «desde el pasado mes de julio el centro no tiene puerta y los fines de semana entra todo el que quiere y hace lo que quiere». El nuevo centro cívico de la barriada rural y el centro de salud se construirán a la espalda del colegio y gracias al Fondo Estatal de Inversión Local se está urbanizando una calle en un terreno aledaño al recinto escolar por lo que los accesos del CEIP se han visto afectados. «Queremos que nos cierren el colegio con unas buenas vallas», apuntó por su parte la presidenta de la asociación de madres y padres del colegio y a la vez delegada de Alcaldía de Lomopardo, Cati Hidalgo.

Los colegios de las pedanías y barriadas rurales son más que unos centros escolares. En la mayoría de los casos, constituyen todo un referente educativo y cultural para la población, que no tiene cerca de casa unas instalaciones a las que acudir para formarse o para relacionarse con otros vecinos.

El CEIP Lomopardo es un claro ejemplo de convivencia entre la institución docente y la comunidad en la que desarrolla su labor. «Aquí se imparte hasta la catequesis. Cualquier reunión o fiesta de la barriada se celebra en el colegio. Por ejemplo, la romería y la fiesta de fin de curso las hacemos a la vez en el colegio», explicó Cati Hidalgo.

Clases de adultos por las tardes y talleres son otras de las actividades que acoge este centro educativo. «Los vecinos de Lomopardo se benefician de todas estas iniciativas pero no es lo mismo para el que viene de otra barriada. Nuestros niños no tienen las mismas ventajas que los de la ciudad», sentenció.