La Virgen contó con una tarde muy agradable para el disfrute de su procesión. / J. C.
Jerez

Capataces y Costaleros agota el ciclo del Rosario

La Virgen del Rosario salió ayer de La Victoria

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L a Victoria cerró anoche, con sus puertas cuando la procesión de Madre de Dios del Rosario, la Patrona de Capataces y Costaleros, llegaba a su final, todo el ciclo que, en torno a la mencionada advocación mariana ha ocupado buena parte de mes de octubre que está cerca de su conclusión.

La tarde-noche del sábado estaba preparada, y el tiempo acompañaba a ello, para que los cofrades gozasen, en la calle, de más de un acontecimiento procesional. Y ello se notaría en torno a la Virgen de gloria que acuna la historia patronal de la gente de negro y los de abajo. Y la propuesta mariana vino a ser ofrecida a todos.

Desde que a media tarde se abrieran las puertas de la iglesia de La Victoria, la presencia procesional rosariera alentó con encantó el animo de propios y extraños. En torno al Rosario de Capataces y Costaleros se irían abriendo calles como la Porvera, la Chancillería, Francos, la Compañía, Padre Rego o San Marcos.

Los sones de la isleña Banda Maestro Agripino Lozano fueron, a lo largo de todo el recorrido, llamamiento a recordar que la Virgen Santísima estaba en la calle. Sobre su paso, rodeada Ella de flor blanca, las marchas interpretadas por los músicos de San Fernando constituyeron un bonito repertorio.

Los hombres de la Virgen, bajo las trabaladeras y rodeados de los característicos respiraderos de los escudos de las cofradías, eran, en esta ocasión costaleros del Santísimo Cristo del Amor (sustituyendo a última hora a los inicialmente previstos de la cuadrilla de la Sagrada Lanzada) y los de la Hermandad del Mayor Dolor, que no fallaron a la cita.