Carril bici
Actualizado:Andan la Alameda Cristina, los aledaños de Santo Domingo y la Avenida Domecq de obras y arreglos para el carril bici, que ahora lo están poniendo que parece talmente una calle de Amsterdam. Sólo que aquí, a diferencia de otros países, la bicicleta no está tan socializada, y forma parte más de lo lúdico que de lo cotidiano. No ignoro que hay quienes marchan a trabajar diariamente en bici, pero son minoría. Si la bicicleta fuera una forma importante de deambulación por Jerez no veríamos tantos coches, atascos y retenciones, tantas nuevas glorietas atestadas en hora punta y tantas calles que antes eran extrañamente visitadas por vehículos completamente llenas de coches en fila esperando avanzar. Las costumbres no se importan. Surgen por múltiples factores y avanzan y se asientan a ritmo lento, y por un mecanismo que va de arriba abajo, desde la sociedad a los poderes públicos, que entonces ponen los medios para facilitarlas. La bicicleta en España es un precipitado de distintas tradiciones y tópicos: una dosis de espíritu infantil, por aquello que es el primer vehículo en el que nos montamos, y de humildad proletaria que aún permanece anclada en el inconsciente colectivo. Ir a trabajar en bicicleta nos sigue evocando la escasez, los oficios humildes, los años de postguerra y cosas así. En cambio la moto y no digamos el coche son ya otra cosa. Éste último sigue siendo un símbolo de prosperidad social y de poder. El joven que saca el carnet lo hace entre otras cosas como atributo de la mayoría de edad y porque con ella y el carnet es mucho más segura la aceptación y la aproximación amatoria a la mujer. El rito del coche a la puerta de casa de la deseada conquista no se arranca tan fácilmente. No me imagino a una bicicleta para dos, ni tan siquiera a dos bicicletas como símbolo de una salida nocturna. Esto del carril bici tiene por el contrario mucho de moda importada, de injerto experimental, de proclama y reivindicación ecologista y progre, que para esto han quedado los herederos del bolchevismo. Aquí el currantillo joven en los años del boom de la construcción lo primero que se compraba era un coche por encima de sus posibilidades, y ahora vamos y le hacemos un carril bici a la medida de un vehículo que no gasta ni consume, un vehículo que sigue recordando demasiado dos extremos: la infancia feliz de las carreras locas por las placitas de Jerez y las apreturas económicas de quien no tiene posibles.