
Llamazares valora el paisaje materno con el que se aprende «a mirar el mundo»
El entorno es, según el escritor, «el reflejo de las ilusiones y los miedos del hombre»
JEREZ Actualizado: Guardar«Es una ocasión para que los gobernantes entiendan que los paisajes son tan valiosos como la educación o la sanidad». Ése fue el claro y contundente mensaje que el escritor Julio Llamazares quiso lanzar ayer en Jerez, desde la tarima que le ofreció el congreso de la Fundación Caballero Bonald dedicado a la naturaleza. Profundamente influenciado por el entorno natural de su infancia y, en general, de toda su vida, el escritor leonés dedicó ayer su intervención al paisaje materno.
«Igual que tenemos un idioma materno, tenemos un paisaje materno que es con el que aprendemos a mirar el mundo. Luego podemos habitar otros paisajes pero ninguno nos va a reflejar mejor que el paisaje natural. De ahí la satisfacción y la melancolía que provoca volver a visitarlo», sentenció el autor de El cielo de Madrid o Escenas de cine mudo. Como hilo vertebrador de su conferencia, Llamazares leyó tres pequeños textos: el fragmento de inicio del libro Al río del olvido, El español y el paisaje y El alma del paisaje. Se sirvió de ellos para expresar su particular visión del entorno natural en la literatura.
El telón de fondo
«La Generación del 98 buscó la esencia de España en los paisajes. Unamuno y Azorín, por ejemplo, lo hicieron con Castilla y Valle Inclán nunca se olvidó de su Galicia natal», continuó el escritor leonés, nacido en un pueblo que quedó sumergido tiempo después bajo las aguas de un pantano. «El paisaje se consideraba un telón de fondo, algo intrascendente, insustancial y puramente decorativo. El paisaje se fue haciendo más presente poco a poco y el hombre pasó a entender que ya no era el centro del mundo y que la naturaleza no era el lugar en el que vivía feliz sino el reflejo de sus ilusiones y sus miedos», continuó.
A pesar de que «el hombre es simplemente un elemento más del paisaje, en España se sigue mirando con cierto distanciamiento».
La crisis económica salió a relucir en la intervención de Llamazares -brillantemente introducida, por cierto, por el poeta gaditano Jesús Fernández Palacios- ya que la recesión ha sido positiva para la paralización de proyectos destructores de paisajes: «Es el momento de plantearse el modo en que los españoles vemos el paisaje. Basta viajar un poco para darnos cuenta de la distancia que hay entre los españoles y el resto de europa en el cuidado de la naturaleza y las ciudades», explicó.
Como han hecho hasta ahora casi todos los ponentes, Llamazares también nombro la obra de Caballero Bonald. «Situar la novela en un paisaje determinado no la limita sino casi lo contrario» y terminó asegurando que «para escribir en España hay que hacer lo que Ulises: taparse los oídos para no oír los cantos seductores de las sirenas».