Fanny Rubio analiza los paisajes urbanos con el ejemplo de Madrid en la literatura
JEREZActualizado:La escritora y filóloga Fanny Rubio analizó ayer los paisajes urbanos en la literatura, centrándose en el ejemplo de Madrid, una urbe que ha sido retratada de muy diferentes formas a lo largo de los siglos. A pesar de que el congreso está dedicado en esta ocasión a la naturaleza, no hay que dejar pasar que una gran parte de la población habita en las ciudades, que se han convertido en el hábitat natural moderno.
Rubio empezó su intervención distinguiendo la ciudad natal de la ciudad mortal, es decir, la ciudad en la que se nace sin quererlo con la ciudad que se elige para vivir y morir. «La ciudad que uno elige llega a invertirte las raíces aunque no suplanta tu ciudad natal», dijo Rubio. Cada escritor, cada poeta describe su propio Madrid: «Las ciudades se convierten en lo que no son cuando se miran con amor. Madrid, por ejemplo, se puede convertir en mar». La filóloga desgranó diversos escenarios de Madrid que han hecho mella en la literatura de otros tiempos y en la actual. «A las ocho de la tarde, los tejados de Madrid son rojos y se puede llegar a ver una ciudad árabe. La vorágine puede ser un paraíso y las esquinas envenenadas, un sueño», continuó.
Diferentes miradas
«El espacio de la urbe es real y se deforma con la existencia. Hay escritores que han mirado Madrid desde el ostumbrismo -como Mesonero Romanos-, en función de la subsistencia -como Bécquer- o que han luchado y peleado con la ciudad, como Larra. Otros tienen una relación socarrona con Madrid, como Pío Baroja en La busca, o más compasiva, como Galdós en Fortunata y Jacinta».
Rubio hizo alusión a otras muchas visiones literarias de Madrid. Otra de las más conocidas es, por ejemplo, la de Dámaso Alonso en el poema Insomnio, aquel que empieza con Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres. «Llegamos al Madrid de la posguerra, a la ciudad de los muertos vivientes o de los vivos murientes. Todo esto produce un espacio mitológico o un tempo mítico». Otros de los reflejos de Madrid son los cafés, las revistas, las pensiones o las corridas de toros, ya entrado el siglo XX. «Umbral es uno de los mejores mirones de Madrid: decía que era un Albacete inmenso, aldeano y engrandecido por la guerra, el horror y el miedo», concluyó Fanny Rubio durante su ponencia de ayer.