EL COMENTARIO

El globo

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U nos fingen un accidente en globo para lograr 'ser visibles' y otros nos montan un globo tan llenito de mierda corrupta que si le diera por reventar no habría revolución verde capaz de salvarnos de la hecatombe. Me niego a creer que todos los políticos sean corruptos por definición, tal vez tengan mayores razones quienes entregan al presidente de un partido un cheque millonario mientras recomiendan un puestito para un hijo. Esto se ha hecho, puedo dar fe. También puedo hablar de políticos que jamás han puesto sus intereses personales por delante de su ideología. Lo que sí parece evidente es que para ser corrupto en política es menester vestir traje de anguila capaz de escabullirse ante todos; por tanto, aquéllos que andan por la política vendiendo cuánto poder ostentan, terminan por caer en las redes de un ojo capaz de verles el traje, o de gritar que no llevan traje, vaya. La corrupción de Valencia presenta tintes de mala comedia para texto de vodevil.

Cuentan los corruptos con la escasa memoria del personal, con esa prisa por olvidar tan propia de una sociedad sin tiempo ni para la reflexión ni para la espera.

Y en esa desmemoria, se olvidan otros corruptos nunca juzgados que hicieron fortuna en el río revuelto de dictaduras como la argentina, por ejemplo; también de aquellos que supieron esquivar a tiempo y con buena cintura, cualquier examen sobre sus cambios de vida.

Yo miro el globo de Valencia y, salvo la enorme masa de mierda que porta, no consigo ver a quienes supongo mucho más inmersos en la 'línea de actuación para la corrupción', y pienso en Bárcenas, por ejemplo, y lo miro, esquivo y poco dado a los micrófonos, y, sin saber bien por qué, no dejo de preguntar por su mentor, el ex ministro Álvarez Cascos. ¿Quién fue el maestro de quién? Aunque tal vez sea ésta una pregunta confuciana y no exista respuesta visible, ¿no?