Del famoseo a la novela
El hijo de Carmina Ordóñez, Julián Contreras, debuta en la ficción con un libro sobre un ladrón de guante blanco
MADRID Actualizado: GuardarYa quisieran muchos grandes y premiados escritores concitar la misma atención mediática que el novelista debutante Julián Contreras Ordóñez (1986), Junior para el mundillo del cotilleo. Un mar de cámaras rodeó y persiguió al hijo de Carmina Ordóñez en su «alternativa» como novelista. En su salto sin red del famoso a la literatura de ficción, este habitual del papel cuché y los platós publica La pluma de la verdad (MR Ediciones). Es una intriga protagonizada por un «simpático» ladrón de guante blanco apodado Cayman, formado en el zen, la meditación y la marcialidad orientales, que ha entusiasmado antes que nadie a su propio creador.
Tanto, que promete una trilogía antes de someter al juicio del lector y la crítica la primera entrega y sueña ya con ver a su protagonista «en el cine o la tele». «Estoy horneando la segunda parte» advierte. Para su editora, Cayman, «casi nada autobiográfico, tiene el encanto de los seductores mas gamberros del cine, como Cary Grant o Robert Redford».
'Querida mamá'
El sector del corazón y el colorín se volcó con este debut narrativo de Contreras Ordóñez, que ya publicó un libro autobiográfico sobre su fallecida y súper-mediática progenitora, Querida mamá. Su alternativa literaria tuvo el color y el morbo añadido que aportaba la presencia de los hermanos del ínclito, los toreros Cayetano y Francisco Rivera, y el padre de la criatura, el ex cantante Julián Contreras, uno de los tres maridos de la difunta Carmina Ordóñez.
«Procedo de una familia de artistas, y escribir es un arte, como la música y el toreo» requebró Julián a sus familiares para dejar claro que está tocado por el estigma de los creadores. Labia y desparpajo le sobran a Junior para vender el paño de una novela que dedica «a Bobby», el hurón que tiene por mascota al que agradece «su cariño infinito y su amistad incondicional».
Distendido y locuaz, renunció en día tan señalado al traje la corbata y la gomina que acostumbra y optó por un atuendo más informal, con camisa de rayas, eso sí, de la marca del polo, y tejanos también de firma. Explicó que es «un lector compulsivo», y un autor «muy creativo e imaginativo». Que su cabeza «bulle sin parar», que escribe «sólo de noche», y que cuando se puso manos a la tecla «me fasciné a mí mismo». Para esta novela necesitó «nueve meses de escritura y tres de corrección con la editorial».
Reclama que se le lea «sin prejuicios, como el escritor Julián Contreras Ordóñez, y no como hijo de Carmina Ordóñez».