Presupuestos para la preocupación
Actualizado:Los Presupuestos del Estado, que constituyen el guión de la política económica del Gobierno, son en todos los casos el resultado de establecer un orden de preferencias entre objetivos, enfatizando unos y postergando otros. En el caso de los Presupuestos para 2010, las prioridades están constreñidas por la situación de crisis, de forma que las cuentas son esta vez el reflejo de un esfuerzo voluntarista encaminado a resolver la recesión y a paliar sus efectos con las escasas armas de que se dispone. Así las cosas, es muy fácil diagnosticar las carencias de la propuesta gubernamental, que son evidentes, pero es mucho más difícil ofrecer una solución alternativa.
En efecto, el actual ejercicio ha sido catastrófico por causa de la gran caída de la actividad (y muy particularmente por el estallido de la burbuja inmobiliaria, que ha privado al Estado de una parte de sus ingresos estructurales). Según datos provisionales de Economía, la recaudación fiscal a finales de año será 45.000 millones menor de lo previsto, en tanto el gasto público se habrá incrementado en más de 35.000 millones, consumidos en gran medida por los subsidios de desempleo.
Sobre estos datos, Salgado ha enunciado el criterio general que, por lógica, hay que aplicar a las cuentas del año que viene: es conveniente mantener en lo posible los estímulos fiscales para facilitar la recuperación de la actividad (así lo han recomendado el G-20, en línea con diversas instituciones internacionales, como la OCDE y el FMI), aunque sin alcanzar niveles de déficit insoportables. Lo que ocurre es que el grado de deterioro de la Hacienda pública deja al Gobierno escasísimo margen de maniobra. Por el déficit ya acumulado, por el crecimiento de las prestaciones de desempleo -31.000 millones se han previsto para 2010, cantidad que probablemente no sea suficiente- y porque el endeudamiento disparará el coste de los intereses. El margen de disponibilidad quedará reducido a la tercera parte -60.000 millones- de los 185.000 millones de gasto no financiero del Estado para el próximo año.
Las cuentas elaboradas por Salgado tratan de alcanzar un compromiso entre todos los objetivos, aunque como es natural la crisis impone con contundencia unas preocupantes limitaciones. Los estímulos fiscales, que en 2009 han sido muy elevados -los más altos de la Eurozona, según la ministra- y han alcanzado los 20.000 millones, caerán hasta los 5.000 millones. Para que el incremento del gasto social (desempleo) y de los intereses de la deuda no nos aboquen a un déficit inaceptable (que nos crearía problemas internacionales de financiación), se recurre a una leve subida de impuestos, que elevará la recaudación. Lógicamente, otras urgencias, como los gastos para favorecer el cambio del modelo de crecimiento, quedan disminuidos o aplazados. Es muy fácil criticar este Presupuesto mediante objeciones de brocha gorda como ha hecho Rajoy en el debate de totalidad: no apuesta por la recuperación, nos conduce a un déficit alarmante, incluye subidas de impuestos que retraerán todavía más la demanda. Pero no es honrado emitir estos reproches, que desaniman al cuerpo social, sin ofrecer una propuesta macroeconómica. Y es evidente que la oposición no la tiene.