Los actores de Guirigay Teatro vivieron un accidentado pasacalles inaugural, interrumpido por la lluvia. / ANTONIO VÁZQUEZ
Sociedad

El FIT se moja

El Festival Iberoamericano levanta el telón de su edición 2009 con un pasacalles con chubasco incluido. Hoy, sesión doble para Perú

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Le tocó a El Brujo preparar el sortilegio: telón, talento, decorado, oscuridad, silencio, palabra y gesto. O sea, teatro. Y el encantamiento, como en otras tantas ocasiones, surtió efecto. El FIT ya está vivo, aunque mojado. Habrá tiempo (11 días) para disfrutar de propuestas sesudas, irónicas, intelectuales y divertidas. Todo dependerá de lo que surja del caldero.

Ayer El Brujo invocó también la lluvia y El Satiricón de Guirigai Teatro se empapó con las primeras aguas otoñales. Los actores, que le pusieron voluntad al asunto, no terminaron el recorrido, porque el chubasco arreció y las ganas se fueron diluyendo calle abajo. Poco público, pero entregado a la causa de los actores humedecidos. Aplausos para el show inicial, aunque fuera involuntario.

Más allá de brujerías, esta noche le toca el turno al teatro íntimo y a la vez social, avalado por la crítica y por meses en cartel, de la mano de Teatro La Plaza Isil, con El beso de la mujer araña, de Miguel Puig.

Valentín (Rodrigo Sánchez Patiño) y Molina (Paul Vega) son dos personas muy distintas: Mientras que el primero es un joven activista político, cuyo principal interés -además de luchar por sus ideales- es ampliar sus conocimientos, el segundo es un romántico homosexual que vive inmerso en imaginario mundo del cine. Sin embargo, ambos tienen algo en común: comparten una celda en una cárcel argentina, durante la dictadura vivida en ese país a medidos de la década de los setenta. Es a través de esta convivencia forzada, que estos dos personajes empiezan a entretejer una relación que se volverá en su medio de supervivencia. En palabras de Chela De Ferrari, directora del montaje de El beso de la mujer araña, la obra escrita por el dramaturgo argentino Manuel Puig, «no trata sobre la homosexualidad, sino sobre la tolerancia y sobre la necesidad del otro para sobrevivir».

Seamos libres

«Esta obra habla sobre la libertad. Seamos libres y vengamos a ver esta relación entre dos hombres, que es una relación profundamente conmovedora. Es interesante ver cómo dos seres empiezan a entenderse, a mirarse a los ojos para darse cuenta que esas diferencias que parecían inmensas en realidad no existen, que en el fondo buscan lo mismo. Lo que vamos a ver es a dos hombres absolutamente solos que van a ser capaces de mirarse y encontrarse», dice De Ferarri.

La experiencia es extrapolable: «podían ser un soldado israelí y uno palestino, un padre homofóbico y un hijo gay, un guardia estadounidense y un prisionero de Afganistán... ¿Qué hacen allí? Comen, duermen, discuten, se miran con recelo, aprenden a comunicarse», cuenta De Ferrari, que lleva seis años a cargo de la dirección artística del Teatro Plaza de Isil.

Así, mientras el joven intenta enseñarle a su compañero a pensar en términos políticos, los asuntos personales y sociales, el homosexual se aferra a una realidad diferente: el cine. Una relación se irá tejiendo y cada personaje aprenderá a procesar y jugar un rol que al principio parecía imposible de imaginar.

El dramaturgo y crítico César de María explica que «el encuentro de ambos personajes es símbolo de los muchos que tenemos pendientes los peruanos, de las mil posibilidades de integración a las cuales hemos renunciado para mantener supremacías que no conducen a nada». En cualquier caso, la historia es perfectamente extrapolable.

Los abrazos

Pilar Núñez y Jaime Lema, dos actores de larga y brillante trayectoria que han paseado su talento por el mundo y creado escuela en Perú, vuelven a destacar a nivel internacional con montaje reactualizado para homenajear al ser actoral.

En esta pieza considerada excepcional por su calidad y mensaje universal, Pilar Núñez y Jaime Lema encarnan a dos grandes actores que hacen un emotivo repaso de sus vidas, desde el inicio de sus carreras, donde les une una larga larga amistad, pasando por su alejamiento, hasta su reencuentro 20 años después. Pilar y Jaime son Damabunda y Sebástian de la Luce, dos estrellas, dos egos, cada uno con el orgullo de haber defendido sus sueños.

El recuento de episodios de vida teatral se da a través de secuencias de los espectáculos en los que ambos participaron. La poesía, la música y la danza se vuelven elementos de confrontación y competencia. Finalmente estar frente a frente les permite decirse y cantarse con amor y con rabia todas sus ausencias, creando el nuevo espacio en común.

De esta forma, la obra defiende el teatro como un universo habitado por especies libres en vías de extinción, una fiesta que celebra la alianza de dos magníficos actores unidos por el amor.

Este encuentro lleno de pasado y de presente ubica frente a frente a dos personalidades, dos egos, cada uno con el orgullo de haber defendido aquello por lo que apostaron y lucharon. El escenario se vuelve entonces un ring. Las acciones van transformándose, la seducción y la rabia; el amor y la pena, los olvidos y los por qué; todo esto se convierte en un momento dedicado a saldar cuentas con la vida.