Llegar y besar el santo
Pese a que Abel impidió con su gol en el alargue que los racinguistas puntuaran en El Palmar, el canterano Campillo logró anotar el tanto portuense el día de su debut
EL PUERTO Actualizado: GuardarCalurosa jornada dominical del mes de octubre en el sanluqueño estadio de El Palmar. Pasaba un cuarto de hora de la una del mediodía cuando Javier Manzano, técnico del Racing Portuense, hacía debutar oficialmente a Campillo (30/12/1990) con el primer equipo de su ciudad ante el Atlético Sanluqueño. El joven canterano rojiblanco no olvidará nunca el momento en el que entró en sustitución del capitán Lolo Prado. «Me encontraba bastante nervioso, pues era mi debut con el Racing. Eso sí, me tranquilicé bastante al escuchar que los aficionados racinguistas, que nos apoyaron en todo momento, gritaban mi nombre. Es algo muy difícil de explicar», relata el joven jugador porteño.
Ahora bien, el futuro le tenía deparada una magnífica sorpresa a Campillo, que se desenvolvía por el flanco zurdo del ataque del Portuense. A falta de tres minutos para que se cumpliera el tiempo reglamentario, el canterano enganchaba un esférico suelto en el interior del área y batía al guardameta Moisés. «Fue un momento inolvidable, pues lográbamos igualar un encuentro que se nos puso cuesta arriba con el gol de Diego Ramírez. ¡Ni en el mejor de mis sueños podía imaginar algo así!», exclama el futbolista.
Al final, la historia es conocida por todos. Un remate de cabeza de Abel, que al igual que Diego Ramírez jugó en el Portuense la pasada temporada, privó a los pupilos de Manzano de puntuar en el siempre complicado terreno sanluqueño. Un duro varapalo para los del José del Cuvillo, que se vinieron de vacío del derbi provincial.
«Fue una auténtica pena que mi gol no sirviera para puntuar. Sea como fuere, nunca olvidaré la ocasión que me dio mi entrenador», apuntó el canterano portuense.
Recoge el testigo
Transcurridos varios días desde su debut, Campillo tiene claro un asunto: «La diferencia entre la Tercera División y la categoría juvenil es abismal. Ahora el ritmo es mucho mayor, se nota la calidad que atesoran muchos jugadores...».
Eso sí, Campillo sabe que su momento ha llegado y no quiere desaprovechar su ocasión. «Mi padre fue futbolista del Racing y guarda un gran recuerdo del equipo. Ahora llega mi turno y yo quiero dejar alto el pabellón», señala con firmeza.