Mil millones
Actualizado: GuardarL eo que el número de personas que pasan hambre en el mundo supera los mil millones. De esa cifra tan redonda, tan rotunda, muchas de esas personas morirán directamente de inanición y otras muchas de las consecuencias en la salud de una alimentación insuficiente e inadecuada. Me resulta incómodo escribir sobre este tema porque me da vergüenza, propia y ajena. Esa cifra infamante demuestra la mentira de la aldea global. Los de la aldea, pero subdesarrollada, son ellos, los que engrosan los mil millones. Los demás, lo único que tenemos de globales es que somos consumidores que merecemos vivir bien, es decir, consumiendo, porque damos dividendos. Resulta brutal la estimación de que el mundo desarrollado destina la misma cantidad de dinero en métodos de adelgazamiento que en los parches para paliar el hambre en el mundo. Un mundo dividido en obesos que gastan fortunas para intentar salvar la vida -yo mismo estoy como el muñeco de Michelin y, si no pongo remedio, cualquier día me fulminará un infarto- y un piélago de pobres que se mueren de hambre. Demasiado obsceno. Todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos. Grandes palabras, vacías como esos estómagos. Nada resiste frente a ese uno seguido de nueve ceros; todo es mentira. El mundo rico no hace ni hará nada para salvar a África de su condena a muerte. El hambre no es más que el tercer jinete que galopa junto a la guerra y al sida. Una forma eficaz de librarse de que venga el inmigrante al paraíso de los gordos es dejarlo morir en origen. Siempre he admirado a la excepción; ese reducido número de personas con una talla ética y una conciencia superiores que en vez de dedicar el esfuerzo a una carrera profesional para beneficio propio, como hacemos casi todos, consagra su existencia al auxilio de los desposeídos y vive con ellos y en condiciones semejantes. En fin, no doy más la tabarra con tan engorroso -pero a la vez evanescente- tema, en cuyo pensamiento empleo el tiempo que tardo en escribir esta columna y usted el de leerla.