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Irán dirige su mirada hacia Pakistán por el ataque contra la Guardia Revolucionaria

El régimen de los ayatolás reitera que Estados Unidos y Gran Bretaña protegen a los terroristas suníes de Jondolá

KABUL VIENA Actualizado: Guardar
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Irán clama venganza por el atentado suicida que costó la vida a 42 personas en la provincia de Sistán Baluchistán, entre ellos seis altos oficiales de la todopoderosa Guardia Revolucionaria. Teherán atribuye la acción al grupo extremista baluchi Jondolá (Ejército de Dios), liderado por Abdulmalek Rigi, y exige colaboración a Pakistán para dar con los culpables, ya que considera que sus bases se encuentran al otro lado de la frontera.

«Los servicios de espionaje tienen evidencias que prueban que el grupo de Rigi es protegido por Estados Unidos, Reino Unido y, desafortunadamente, también por la agencia de inteligencia paquistaní», declaró Mohamed Alí Yafarí, el comandante de la Guardia Revolucionaria, que prometió una «respuesta aplastante». En las últimas acciones de Jondolá, esta respuesta ha llegado en forma de ejecuciones públicas a los pocos días de cada acción terrorista.

El ministro del Interior, Mustafá Mohammad-Najjar, llamó a su homónimo paquistaní, Rehman Malik, para exigirle «medidas prácticas» como la extradición de Abdulmalek Rigi. No es la primera vez que Islamabad se encuentra ante una situación de este tipo, ya que también el comando que atentó en Bombay el pasado noviembre era de origen paquistaní y desde entonces Nueva Delhi exige la extradición de los cerebros de aquella operación yihadista.

Cuando Mahmoud Ahmadineyad llegó a la presidencia en 2005 el nombre de Jondolá era tabú en Irán. Las acciones del grupo radical suní eran atribuidas entonces a bandas de narcotraficantes o a delincuentes comunes que operaban a lo largo de las fronteras con Pakistán y Afganistán, las principales rutas de salida del opio afgano al mundo; pero en los últimos años, su actividad ha crecido hasta representar una amenaza para la estabilidad del país. Todos los responsables persas insistieron en las conexiones del grupo con Washington y Londres, que le financiarían para intentar debilitar al régimen islámico. Actuación similar a la que realizarían, según Teherán, con los kurdos en el oeste.

125.000 hombres

El atentado del domingo representa un salto cualitativo porque su objetivo fue la Guardia Revolucionaria (Sepa-e-Pasdaran), el cuerpo paramilitar de élite creado por Jomeini en 1979 con el objetivo de defender los valores islámicos y que, tras treinta años a la sombra del clero, hoy en día ostentan el auténtico poder en el país. El propio Ahmadineyad formó parte de ella y todos sus nuevos ministros son pasdaranes en activo o en la reserva. Además de su papel militar -son los responsables del programa balístico nacional-, manejan los hilos económicos gracias a las concesiones recibidas en los últimos años, la última la de la telefonía pública.

Se estima que cuenta con 125.000 hombres, entre fuerzas de tierra, navales y aéreas, y su unidad de élite son las brigadas Qods, conocidas por sus operaciones en Irak o Líbano en apoyo a las milicias chiíes, lo que sirvió de argumento a Estados Unidos para incluir al Pasdarán en la lista de organizaciones terroristas. Su brazo civil lo forma el basij, los voluntarios islámicos que han sido los principales responsables de la represión en las calles tras las polémicas elecciones del pasado junio que dieron de nuevo el poder a Mahmoud Ahmadineyad.

La primera jornada de las reuniones sobre el programa nuclear iraní iniciadas en Viena entre representantes de la República Islámica y de Estados Unidos, Rusia y Francia transcurrió ayer de forma «muy constructiva», según Mohamed Al-Baradei, director general de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA).

Al término del encuentro, Al-Baradei afirmó que las negociaciones tuvieron «un buen comienzo» y precisó que «se han abordado la mayoría de las cuestiones técnicas». Sin embargo, pocas horas antes de su comienzo, altos cargos iraníes habían acusado a Francia de «pasados incumplimientos en los envíos de material nuclear», lo que habría podido hacer peligrar un acuerdo.

Además del director de la AIAE, a la reunión acudió Daniel B. Poneman, vicesecretario de Energía de EE UU; Florence Mangin, embajadora ante el organismo nuclear de la ONU de Francia, y Nikola Spasski, subdirector de la Agencia Atómica de Rusia. La delegación iraní estuvo encabezada por su embajador ante la AIAE, Ali Asghar Sultaniyeh. En ella se abordó el envío de 1,2 toneladas de uranio iraní poco enriquecido a Rusia, donde sería enriquecido hasta cerca de un 20% de pureza. Según un principio de acuerdo, el uranio sería trasladado después a Francia, donde se convertiría en combustible nuclear y sería devuelto a los ayatolás para desarrollar isótopos destinados a la investigación médica. De este modo, la comunidad internacional lograría sacar de Irán alrededor del 80% de sus reservas de este material radioactivo -fijadas por la AIAE en unos 1.500 kilos, enriquecidos al 5% en la planta de Natanz, ubicada en el centro del país- y, así, garantizar que la república islámica no va a utilizarlo con fines militares, ya que para fabricar una bomba atómica serían necesarios 2.000 kilos de uranio enriquecido al 90%.