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«Buen comienzo» de la reunión de VienaVaklav Klaus flaquea e insinúa que firmará el Tratado de Lisboa

F. PESCADOR
BRUSELASActualizado:

La presión parece estar haciendo mella en Vaklav Klaus, el recalcitrante presidente checo que se niega, ahora ya en solitario, a firmar el Tratado de Lisboa y posibilitar, con ello, su entrada en vigor. En declaraciones al diario Lidove Noviny, este fin de semana manifestaba que «al ritmo al que van las cosas, es decir, muy rápidamente, no se puede parar el Tratado (de Lisboa) ni dar marcha atrás, a pesar de que algunos de nosotros así lo querríamos. No esperaré a las elecciones en Gran Bretaña, a menos que se celebren en los próximos días o semanas», dijo.

Estas declaraciones son las primeras del mandatario checo que denotan flaqueza de entre las pronunciadas por él la pasada semana, en las que su oposición a ratificar el documento -un mero trámite pues las cámaras lo han aprobado ya- era rotunda. El aparente cambio de actitud de Klaus podría responder a la certeza de que su posición era insostenible y de que el chantaje que estaba realizando al resto de la Europa comunitaria no iba a quedar impune.

Su extemporánea demanda de exclusión para la República Checa de la Carta de Derechos Fundamentales, con una formulación jurídica vinculante para la UE, era imposible de satisfacer, so pena de reabrir toda la negociación del Tratado. Algo juzgado como inimaginable por todas las cancillerías europeas.

Eslovaquia

El ejemplo de Klaus, de hecho, ha comenzado a cundir y este fin de semana, el presidente eslovaco, Roberto Fico, reclamó para su país desde Bratislava una exención equivalente a la formulada por Klaus, lo que llevaba ayer a Barroso a exigir que «dejen de ponerse obstáculos artificiales al Tratado de Lisboa (...) que la UE necesita tan pronto como sea posible».

El presidente checo había matizado ya antes del fin de semana el alcance de sus demandas, reconociendo que su «nota a pie de página» no podía ser objeto de un proceso de ratificación por todos los estados miembros.

No es inimaginable que el Consejo Europeo, que tendrá lugar en Bruselas los días 29 y 30 de este mes, acepte algún género de declaración para salvarle la cara a Klaus. Algo que despeje sus inquietudes sobre una presunta revisión de las expropiaciones forzadas en los Sudetes de bienes alemanes tras la Segunda Guerra Mundial.

Pero el establecimiento de garantías equivalentes a las obtenidas por Irlanda sobre la exclusión checa de la Carta parece fuera de alcance para Klaus.