El encanto del 'busto sin valor'
La efigie de Nefertiti vuelve a lucir en el Neues Museum, su hogar berlinés antes de que estallara la II Guerra Mundial
CORRESPONSAL. BERLÍNActualizado:La leyenda cuenta que el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt halló el busto de Nefertiti el 6 de diciembre de 1912, entre las ruinas del taller de Tutmosis, supervisor de obras y escultor de la corte de Amarna. La encontró enterrada en la arena con la cara hacia abajo y cuando la tuvo entre sus manos se dio cuenta de que había encontrado una obra maestra. «Su belleza no se puede describir. Hay que verla con los propios ojos», escribió en su diario después de contemplar el rostro sereno y misterioso de la reina.
La belleza del busto de Nefertiti, consorte del rey sol Ajnatón, hace más de 3.000 años, embrujó a Ludwig Borchardt, quien tomó una decisión categórica: el busto debía viajar con él a Alemania. Cuando negoció las piezas que podía llevarse a su país, les dijo a las autoridades egipcias que aquel busto era una «pieza de yeso sin valor» y lo ocultó en una caja de madera.
El engaño fue descubierto hace sólo unos meses cuando salieron a la luz varios documentos hallados en el Instituto Oriental, que registran las negociaciones entre Borchardt y un inspector de antigüedades egipcio para elaborar el inventario de lo que había encontrado el investigador germano. Según un acuerdo de la época, Alemania y Egipto dividirían los hallazgos a mitades, previa inspección y selección de los funcionarios locales.
El 'busto de yeso sin valor' llegó a Berlín en 1913, pero fue exhibido por primera vez en 1924. Desde entonces, Nefertiti cautivó a Berlín y Egipto y comenzó una larga batalla diplomática para su recuperación, que estuvo a punto de concluir con éxito en octubre de 1933, gracias a una iniciativa del mariscal Hermann Göring. Pero el entonces primer ministro de Prusia no había contado con la resistencia del nuevo canciller, Adolf Hitler, que se negó rotundamente a devolver el busto.
La tozudez del führer
Gracias al führer, Nefertiti se convirtió en la reina de Berlín, instalada en el Neues Museum, un noble edificio concebido por Friedrich August Stüler que reunía la colección de arte egipcio. Pero al estallar la guerra, la hermosa reina y todo el tesoro artístico que albergaba la Isla de los Museos fueron trasladados a un búnker. El 6 de marzo de 1945, sólo unos días antes de la derrota, Hitler ordenó que los tesoros culturales de Berlín fueran trasladados a una mina en Turingia, lo que impidió que Nefertiti cayera en manos del Ejército Rojo.
Ese mismo mes, tropas estadounidenses descubrieron la mina y trasladaron el tesoro artístico a Fráncfort y posteriormente a un depósito en Wiesbaden, donde la efigie de la reina egipcia permaneció hasta 1955. Ese año, Nefertiti regresó a Berlín y fue exhibida en un museo ubicado en el barrio de Dahlen y allí estuvo hasta la apertura, en 1967, del nuevo museo egipcio en Charlottenburg, en el lado occidental de la ciudad dividida.
Cuando se unificó, las autoridades berlinesas apostaron por devolverle el esplendor a la vieja Isla de los Museos, que había languidecido durante la Guerra Fría en el sector comunista. Una de las prioridades fue reconstruir el Neues Museum, el hogar alemán de Nefertiti, en ruinas desde que fue casi destruido por las bombas aliadas en la guerra.
Hace once años, las nuevas autoridades culturales y políticas de Berlín eligieron para la restauración el proyecto del arquitecto inglés David Chipperfield, quien proponía mezclar los restos del edificio destruido con una visión moderna de la arquitectura. Su idea fue duramente criticada en su momento, pero el resultado convirtió las condenas en alabanzas. Chipperfield utilizó las ruinas para poner en práctica en Berlín la llamada 'restauración arqueológica'. «Nuestra meta fue conservar la construcción original concebida por Stüler», dijo el arquitecto inglés cuando presentó a la prensa el majestuoso trabajo de reconstrucción en marzo pasado.
Chipperfield no dejó nada al azar. Con un presupuesto de 200 millones de euros, decidió no maquillar los estragos del tiempo ni de la guerra en el edificio. Conservó los frescos pintados en el techo y en algunas columnas que sobrevivieron a las bombas y añadió material moderno para resaltar el pasado.
Una sala para ella
El encargo que le hicieron los gobernantes berlineses tenía un especial desafío: diseñar una sala adecuada para el famoso busto. Bajo una cúpula que se había salvado de las bombas, creó el espacio perfecto, donde Nefertiti ha vuelto a cautivar al público a partir de ahora, con la apertura al público el pasado viernes del viejo y renovado Neues Museum.
El pasado viernes tuvo lugar la inauguración oficial, que contó con la presencia de la canciller, Angela Merkel. «Fue un día especial. La apertura del Neues Museum, setenta años después de su clausura, marca el fin de la posguerra para la Isla de los Museos», dijo Hermann Parzinger, director del Patrimonio Cultural Prusiano.