EL COMENTARIO

Nobel de la Paz

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Somos muchos los que nos hemos alegrado de que al presidente de los Estados Unidos, a Barack Obama, le dieran el premio Nobel de la Paz. Y es que acostumbrados como estamos a que de pronto lo reciba quien precisamente menos ha hecho para la paz, como en el caso del inefable y siniestro Kissinger que con infinita paciencia y tesón organizó y pagó todos los golpes de Estado ocurridos en América Latina hace cosa de un par de décadas.

O a Simon Peres, el hombre que en Israel va de un partido a otro con tal de no perder poder, que no puede haber hecho menos por la paz en Oriente Medio, ni siquiera para su país, ni menos aún para la de los ultrajados y humillados palestinos. Increíble.

Y sin embargo, cuando nos ponemos a pensar en lo que ha hecho Obama desde que asumió el poder y en todo lo que ha dicho que haría y no ha hecho, comenzamos a entender que en este caso no ha sido la acción y los logros lo que ha premiado el comité noruego del premio Nobel sino las palabras.

Porque es el poder de las palabras lo que en política nos hace dar por bueno lo que no es más que, en el mejor de los casos, una buena intención.

Dijo Obama que cerraría Guantánamo y todavía, después de tantos meses, el vergonzoso penal sigue abierto y quienes lo inventaron, también están en libertad.

Habló de paz pero se siguen enviado más y más soldados a Afganistán continuando la execrable operación inventada por Bush a la que se le puso el nombre de Libertad duradera que lanza bombas contra civiles de día y de noche, en la calle y en las bodas, y siempre que puede sobre civiles.

El señor Obama ha convertido en el centro de sus discursos el llamado multilateralismo lo que no le ha impedido abrir siete bases en Colombia sin preocuparse de que el resto del continente esté en contra.

Hay más. Dice que retira los misiles de Europa pero todavía no lo ha hecho, es más, el hecho es que está incluso pensando en reiniciarlos. Así que ya ven.

Y en cuanto al cambio climático ni siquiera se ha puesto al día con el compromiso de Kioto de reducir las emisiones de CO2 que Estados Unidos nunca firmó.

Premio a las palabras y buenas intenciones pero no a los hechos. Ya ven.

Todo lo expuesto no es un ataque a Obama, que tiene sus dificultades, nadie lo niega, que al menos insiste en su voluntad de paz y que en cualquier caso nos ha devuelto un poco la tranquilidad, haciéndonos olvidar la oratoria terrorista de su antecesor Bush.

Sólo es una crítica a quienes concedieron este premio, tan ajenos a lo que ocurre en el mundo y con tan poca exigencia de objetividad, que ni siquiera les creemos.