Golpe suicida contra los pasdarán
Un kamikaze suní diezma a la cúpula de la Guardia Revolucionaria iraní al causar treinta muertos en una reunión con líderes tribales
Actualizado: GuardarUn ataque suicida acabó ayer con la vida de casi una treintena de personas e hirió a otras veintiocho en la región de Pishin, al sudeste de Irán, en plena frontera con Pakistán. Jondolá, el Ejército de Dios, grupo radical suní con base en la provincia de Baluchistán, reivindicó el atentado dirigido contra mandos de la Guardia Revolucionaria (GR) que asistían a una reunión con líderes tribales suníes y chiíes de la zona. Al menos cinco altos oficiales de este cuerpo paramilitar, también conocido como los pasdarán y que en la actualidad ostenta el auténtico poder en el país islámico, perdieron la vida, entre ellos el vicecomandante de la GR, general Noor Ali Shooshtari, y el jefe de la delegación provincial, Rajab Ali Mohammadsadeh, según informaron los medios iraníes.
«Consideramos la acción terrorista resultado de la intromisión de Estados Unidos en la región. Es una señal de las intenciones americanas hacia nuestro país», declaró el portavoz del Parlamento persa y ex negociador nuclear, Alí Lariyani, quien advirtió al presidente Barack Obama de que «con esta acción se ha quemado la mano que dijo que extendería a Irán», según la agencia Fars. La televisión pública, por su parte, ahondó en la teoría de la injerencia extranjera y citando a «fuentes bien informadas» acusó a Reino Unido de estar envuelto en el atentado. Como ocurre en las protestas que se producen desde la victoria de Mahmud Ahmadineyad en las pasadas elecciones presidenciales, Teherán mira a Occidente a la hora de buscar culpables.
Tanto Washington como Londres condenaron lo ocurrido y negaron cualquier implicación en los hechos. En un comunicado, el portavoz del Departamento de Estado, Ian Kelly, aseguró que «las informaciones que apuntan a una participación estadounidense son absolutamente falsas... Condenamos este acto de terrorismo y deploramos la pérdida de vidas inocentes».
La Guardia Revolucionaria emitió un comunicado en el que calificó la acción de «horrible acto contra la humanidad» y sus mandos aseguraron que no tardarán en detener a los culpables.
Este tipo de acciones no son habituales en la República Islámica, pero se trata del segundo atentado suicida en cinco meses y el más sangriento de los últimos años. El pasado mayo una bomba mató a diecinueve personas e hirió a otras sesenta en una mezquita de Zahedán, capital del Baluchistán iraní. Apenas 72 horas después tres hombres eran ahorcados por su pertenencia a Jondolá y su vinculación con el ataque.
El Ejército de Dios, también conocido como el Movimiento de Resistencia de Irán, está dirigido por Abdolmalik Rigi y tiene sus bases en suelo paquistaní, desde donde cruza la frontera para lanzar ataques contra las fuerzas del orden iraníes. En su ideario reclaman la independencia de Baluchistán, una provincia que linda con las zonas donde la red Al-Qaida posee fuerte presencia en Afganistán y Pakistán y que es una de las rutas principales de la salida del opio hacia Occidente. Además de los ataques suicidas, en los últimos años también han secuestrado a agentes del orden y atacado convoyes que circulaban a lo largo de toda la frontera.
Amenaza constante
El régimen de los ayatolás acusa abiertamente y a menudo a Estados Unidos y Gran Bretaña de financiar a grupos que siembran la inestabilidad en estas zonas fronterizas. Las fuerzas de seguridad iraníes se enfrentan al PJAK (Partido de la Vida Libre del Kurdistán y facción iraní del conocido Partido de los Trabajadores, PKK), a Jondolá y a grupos árabes en Ahwaz. Todas ellas formaciones suníes en un país donde el 93% de la población es chií. Su lucha se mantiene hasta el momento en las zonas fronterizas, pero siempre amenazan con llevar a cabo acciones en todo el territorio y golpear en la capital. Por eso Teherán mantiene a miles de hombres desplegados en estos tres puntos sensibles en los que a lo largo del año se viven grandes ofensivas que normalmente no suelen aparecer reflejadas en los medios de comunicación.
El ataque de ayer se produjo veinticuatro horas antes de que se celebre la nueva cumbre nuclear en Viena. Enviados de Teherán y representantes de EE UU, Francia y Rusia volverán a sentarse en la misma mesa para tratar de avanzar en los puntos acordados a comienzos de mes en el encuentro de Ginebra. «El fracaso de la reunión y la decisión de imponer sanciones dañaría a Occidente más que a Irán», advirtió Ahmadineyad a la hora de referirse a esta nueva cita, que calificó de «test» para medir la calidad de las relaciones entre ambas partes.