Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
ANÁLISIS

Leche con cereales

JUAN QUINTANA
Actualizado:

La comisaria Fischer ha culpado a los ganaderos de leche de la mala imagen que generan sus manifestaciones con tirada de leche incluida, en un momento en que se ha puesto sobre la mesa el importante crecimiento del hambre en el mundo y sus oscuras previsiones. Por un lado, esa leche, aunque no se tire, no va a llegar a países en vías de desarrollo. El problema de la distribución de alimentos a nivel mundial está muy alejado de la gestión ganadera. Quizás pudieran recurrir a una huelga a la japonesa, sin parar de producir, pero las vacas no funcionan con manivelas. Puede que la solución sea una parada de producción, lo malo es que a las vacas tampoco les puedes cerrar el grifo. Por cierto, que referido a huelgas agrarias, se ha empezado a rumorear la posibilidad de convocar una general de producción de cereales. Sin duda su efecto sería demoledor, el problema es que no se desconvoca cuando uno quiere, tiene plazo mínimo de una campaña. Ningún sector, tampoco el agrario, puede realizar paros productivos de un año, salvo que quieran inmolarse.

Se entremezclan dos asuntos como la leche y los cereales, pero tienen aspectos comunes. Lo que sucede en su origen marca la evolución de precios en destino de muchos alimentos. Ante todo este escenario complejo e inestable, la comisaria Fischer propone que cada Estado pueda conceder hasta 15.000 euros a lo titulares de explotación agraria de cualquier sector. Una trampa. Los costes para las arcas públicas nacionales y regionales serían inasumibles, solo hay que recordar que el sector agrario español ronda los 900.000 agricultores y ganaderos. Implicaría volver a crear enormes desigualdades en el mercado entre regiones con diferente poder adquisitivo. Podría provocar que zonas menos desarrolladas perdieran buena parte de su tejido productivo, precisamente, muchas en las que el papel social y ambiental de la agricultura y ganadería vertebra el territorio. En segundo lugar sería un enorme paso para renacionalizar la única política común que en la actualidad funciona en la UE y que debe regular un sector estratégico para cualquier economía como es el de la seguridad alimentaria, tanto por capacidad de abastecimiento, como por seguridad sanitaria.