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Stoner, que estrenó decoración en el carenado y en el mono, comanda la carrera seguido de Pedrosa y Rossi. / AP
Deportes/Motor

Lorenzo deja vía libre a Rossi

El balear se cae al final de recta por un error y se despide del Mundial en una carrera que ganó Stoner

JUAN PABLO MARTÍN
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No había margen de error, y el fallo llegó a las primeras de cambio. Jorge Lorenzo se despidió del Mundial cuando apenas había recorrido unos metros del Gran Premio de Australia. Salió regular otra vez, trató de enmendar la situación y, tras tocarse con Hayden, se marcó un recto y voló. Adiós a las pocas posibilidades que tenía para hacerse con el título. Y, como admitió posteriormente, fue por un error suyo. Perdió la concentración y la esperanza. Era demasiado pronto para que el balear optara a lo máximo.

Ganó Stoner en su casa, e hizo buenas las prestaciones de su Ducati en un trazado propicio para la marca italiana. La segunda plaza fue para un Rossi que no quiso arriesgar vistas las facilidades que le había dado su máximo rival en la lucha por el entorchado y porque no pudo seguir el ritmo de un 'aussie' desbocado y con ganas de redimirse tras su ausencia por esa extraña enfermedad que parece que lleva la curación adecuada. El último cajón del podio fue para un Pedrosa que a medida que discurrió la carrera se desinfló.

La ley de Murphy se cumplió con el mallorquín el fin de semana. A unos problemas estomacales, le siguió una caída y signos evidentes de que su Yamaha no estaba lo fina que suele acostumbrar. Y cuando parecía que, más o menos, todo había vuelto a la normalidad, no duró un minuto en carrera. La emoción no alcanzó ni a la primera curva. Tuvo que retirarse y pasar por la enfermería del doctor Costa para tratarse de una abrasión en el dedo meñique de la mano izquierda y un golpe en la nariz. La distancia con respecto a Rossi se amplía hasta los 38 puntos y sólo quedan dos carreras. Es más, 'Il dottore' se puede proclamar campéon en la próxima cita de Malasia. Y el italiano tiene ganas de acabar con esta incertidumbre. Ante un panorama así, la incógnita se centró en ver cómo se iban a repartir los peldaños los tres pilotos de cabeza. Porque un par de vueltas fueron suficientes para que se quedaran solos. El catalán comenzó fuerte, pero perdió comba en el momento en el que Stoner se decidió a apretar y comenzó a marcar un ritmo brutal.

Rossi reaccionó y se fue a por el australiano, pero no estaba la cosa para el cuerpo a cuerpo y se limitó a tratar de seguirle sin agobiarle demasiado. A medida que cubría una vuelta, el de Ducati se crecía. Veía cómo su salud le respetaba, cómo su moto volvía a derrapar cuando se lo pedía y, por momentos, recuperó aquellas sensaciones de cuando lo único que tiene por delante es la próxima curva.

En definitiva, le dejaron crecerse. Y más cuando Rossi pisó el blanco del bordillo y tuvo un susto. No tenía sentido arriesgar. El italiano bajó el pistón, Stoner lo mantuvo unas pocas vueltas más y se acabó lo bueno. El australiano tenía el triunfo ante sus paisanos, el italiano estaba más cerca de un título que este año ha tenido que sudar. Y Lorenzo en el box, maldiciendo su suerte. «Ha sido un error mío. He salvado la caída en ese primer golpe, pero el freno delantero ha quedado destrozado. Cuando he echado mano de él he visto que no funcionaba. Tenía dos opciones, o tirar recto por la hierba y la gravilla, o intentar tomar la curva. Lo he probado, pero...».