Button, Jenson Button
Actualizado: GuardarD efinitivamente la Fórmula 1 se supera a sí misma coronando a su cuarto campeón en otras tantas temporadas y aupando al estrellato a Button, Jenson Button. Impulsado por un inicio de campaña arrollador que dejó prácticamente visto para sentencia el título a las primeras de cambio el inglés ha hecho historia entre la indiferencia de buena parte de la afición.
Cabría buscar explicación a lo sucedido en la involuntaria generosidad de Honda, que abandonó el barco tras financiar dos años largos de trabajo sobre un monoplaza que había atinado con la piedra filosofal, el tan cacareado doble difusor. Sin embargo, una vez desaparecido el mecenas se ha carecido del desarrollo mostrado por rivales como Red Bull y McLaren, lo que ha llevado a Mr. Button a coronarse campeón con cierta falta de brillantez en las formas aunque todo el merecimiento en el fondo, porque nadie puede discutirle al inglés haber sido el más eficaz en un campeonato atípico.
Pese a tratarse de un deporte eminentemente británico por origen y tradición -y que me disculpen en Maranello- el Gran Circo ha encontrado apenas nueve campeones entre los súbditos de su graciosa majestad, aunque el título permite a Jenson atemperar el huracán Hamilton, el hombre de moda que le había condenado al olvido entre su propia gente.
Button es uno de esos pilotos -desgraciadamente en vías de extinción- siempre dispuestos a cruzar unas palabras con un anónimo aficionado, uno de los pocos que en el 'paddock' aún creen deberse a los miles de seguidores que arrastra la F-1. En definitiva un tipo cortés dentro de una élite demasiado inclinada al narcisismo.
Pero argumentos no le faltan al rubio sajón si de presumir se trata, pues su abrumadora regularidad ha cimentado un éxito rotundo para un equipo digamos que novato liderado por el talento e instinto de Ross Brawn, capaz de ganarse la confianza de los hombres de Mercedes Benz hasta dar cabida en su chasis al potente bloque germano y de ese modo completar un monoplaza que ocupará un hueco en la historia de este deporte.
En el 'box' de al lado rumia su rabia Barrichello tras dejar pasar, salvo sorpresa mayúscula, el último tren al título de su carrera deportiva mientras se pregunta por qué la primera parada en Interlagos convirtió a su coche en una tortuga. Tras dieciséis grandes premios flota en el ambiente la sensación de que el Sr. Brawn no ha puesto demasiado empeño en hacer campeón al brasileño, en permitir en definitiva que el número 1 luzca la próxima temporada en el morro de un Williams.
Brawn GP -una escudería forjada a la antigua usanza, con un técnico reconvertido en propietario al estilo de Bruce McLaren o Jack Brabham- supone el retorno de los privados al estrellato. Un soplo de aire fresco como el triunfo de Button, Jenson Button, campeón que sorprendentemente aún no ha anunciado dónde lucirá su privilegiado dorsal el curso venidero.