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Rubens Barrichello se aprovechó de la situación especial que se dio en la jornada de clasificación para conseguir la 'pole' ante sus aficionados. / EFE
Deportes/Motor

Rubens Barrichello no se rinde

El brasileño logra la 'pole' en Sao Paulo, aprovecha el caos de una clasificación disputada en medio del diluvio y saldrá muy por delante de Jenson Button

J. C. J. CARABIAS
COLPISA. BRASILActualizado:

Barrichello no se rinde. El piloto más veterano de la parrilla (37 años) y uno de los más entrañables todavía puede ganar el título. Ayer dio una zancada gigantesca en medio del caos. En una sesión de clasificación que duró casi tres horas, el brasileño logró enloquecer a la torcida de Sao Paulo con la «pole» en el penúltimo gran premio de la temporada. No conseguía algo así desde hace cinco años y 86 carreras. El sábado fue un despropósito total, ya que la lluvia provocó un sinfín de incidentes, dos banderas rojas, coches bailando sobre la pista y la eliminación de dos favoritos, el enfadado Vettel y el decepcionante Button.

El agua generó una variopinta mezcla de fotografías inusitadas. Rubens Barrichello, encorsetado en el coche durante más de noventa minutos, dio una cabezadita en su Brawn. Le pilló la tele, se recreó en la imagen insólita, la proyectó a los cuatro vientos por el circuito y el brasileño se despertó con el rugido de la grada, que le llamaba la atención a carcajadas.

Y lo mismo Kimi Raikkonen, cuya facilidad para disiparse es sideral. Igual que se merendó un helado en el aguacero de Malasia a principio de temporada cuando la carrera aún no había terminado o se descamisó en un yate en Mónaco cinco minutos después de retirarse, ayer se vio obligado a estirar las piernas. Llevaba tanto tiempo dentro del Ferrari que se aburría. Y aprovechó para visitar el baño público de Interlagos.

Dio tiempo a todo. A comprobar que la tecnología de vanguardia no siempre ayuda. McLaren, que dispone de los mejores y más avanzados sistemas de pronóstico meteorológico, introdujo una puesta a punto en condiciones de seco para sus coches, cuando sobre Sao Paulo estaba cayendo el diluvio universal versión 2.0.

La lotería de Interlagos deparó situaciones excepcionales desde el primer instante. No habían transcurrido cinco minutos y ya estaba en la pista la primera bandera roja de la tarde por el accidente de Fisichella, que no le está sacando rendimiento a su Ferrari de alquiler. «Imposible conducir», decía el italiano, como decían todos los pilotos.

Larga espera

El parón decretó una sesión deslizante, caótica y llena de obstáculos. Y, claro, repleta de sorpresas. En la primera ronda cayeron un aspirante al título (Vettel), los dos McLaren (Kovalainen y Hamilton), un tipo fiable (Heidfeld) y un Ferrari (Fisichella).

Dos horas y diez minutos después de que comenzase la Q1, los monoplazas regresaron a la pista, ya sin lluvia y a expensas de que los neumáticos extremos dejasen paso a los intermedios. Y continuaron las sorpresas. En el segundo corte, ya en condiciones de cierta normalidad, Jenson Button ofreció más dudas sobre su reputación como primer espada de la Fórmula Uno. Fue eliminado sin posibilidad de acercarse a los primeros puestos. Mucha presión, el miedo a ganar. Saldrá decimocuarto, una posición decepcionante para alguien que pretende conquistar el título mundial. Lo tendrá complicado el actual líder de la clasificación general.