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Raúl decide en un Madrid vulgar ante un Valladolid vistoso pero vulnerable
Dos goles del delantero encarrilaron un triunfo más sufrido de lo que parece antes de medirse al Milán
COLPISA. MADRID Actualizado: GuardarCon perdón de los clásicos, Raúl es único, inmutable e imperecedero, como el ser que describió el filósofo presocrático Parménides hacia el 500 antes de Cristo. Tiene 32 años, un contrato casi vitalicio y lo ha ganado todo con su club, que no con la selección, pero se emplea con la ilusión de un advenedizo.
Persevera y corre casi tanto como cuando debutó en Primera, hace ya 17 temporadas. Se cuida más nadie, se entrena a tope y su listeza en el área encuentra difícil parangón. Ante el Valladolid, una de sus víctimas favoritas en Liga (le ha endosado 17 goles en 24 partidos), celebró por todo lo alto su condición de jugador blanco con más partidos oficiales (711).
Le condecoró Florentino Pérez en los prolegómenos y Raúl respondió con la sabiduría del goleador. Desnudó a los de Mendilíbar en un santiamén, con dos tantos en apenas cinco minutos. Y se aprovechó, por cierto, de dos bellas acciones por banda, al más puro estilo de los extremos de los que abomina Pellegrini.
Primero le puso un balón de oro Granero que remató con maestría, con un toque sutil con el empeine exterior izquierdo. Luego, fue Marcelo el que entró por el costado izquierdo y su pase lo convirtió en oro el 7 de nuevo al primer toque, esta vez con la derecha.
El acierto de Raúl, los besos a su anillo de casado y las dedicatorias a su mujer embarazada, el potencial ofensivo de Marcelo y al postrero tanto de Higuaín, fueron lo más vistoso de un Madrid vulgar en lo colectivo y determinante por sus individualidades. Y eso que faltaron el lesionado Cristiano y, durante más de una hora, el fatigado Kaká.
El Valladolid se crece
Parecía un choque fácil para el Madrid, resuelto a los 18 minutos, pero está visto que este equipo no sabe sujetar los partidos y sufre más de la cuenta en el Bernabéu. Fue dominado por el Xerez y el Tenerife, pese a los contundentes resultados finales, y en muchas fases también fue presionado por el vistoso pero blando y vulnerable Pucela. Después de que Nauzet acortase distancias en un gran golpe franco, se rondó ya el empate. Arzo tuvo la ocasión más clara pero cabeceó mal un saque de esquina. Lejos de hundirse por ese golazo de Marcelo con el tiempo ya consumido, el Valladolid salió fuerte en la reanudación. Un error impropio de Xabi Alonso preludió un gran pase de Diego Costa (una amenaza constante para Pepe) que Marquitos no desperdició. Había partido y runrún en Chamartín. Sobre todo porque los dueños del balón vestían de morado y los balones parados eran una agonía para Casillas.
Pellegrini, con rictus de preocupación, acertó al introducir a Kaká y, sobre todo, a Higuaín. Con sus desmarques y el espacio que dejaban a su espalda los adversarios, el Pipa era un tesoro.
Pronto lo demostró. Gran pase de Alonso y precioso balón picado sobre la tímida salida de Jacobo. Magnífico colofón para otro partido preocupante del Madrid... y de un Valladolid que roza el descenso porque, entre otras cosas, ha encajado 16 goles en 7 choques.