Una joven palestina duerme sobre un colchón entre las ruinas de lo que fue su casa antes de ser destruida por los bombardeos israelíes sobre Gaza. / REUTERS
MUNDO

La sombra de La Haya hostiga a Israel

La ONU aprueba el informe que acusa a hebreos e islamistas de crímenes de guerra en Gaza y que amenaza con llevarlos ante el tribunal internacional

CORRESPONSAL. JERUSALÉN Actualizado: Guardar
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Los esfuerzos de Israel por mantener alejado de la Corte Internacional de Justicia el demoledor informe de la ONU que le acusa de crímenes de guerra en la última ofensiva contra la franja de Gaza sufrieron ayer un primer varapalo. El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, reunido desde el jueves en sesión extraordinaria, decidía aprobar por 25 votos a favor, seis en contra y 11 abstenciones el documento, allanando así el camino para que el Consejo de Seguridad pueda en un futuro trasladarlo al Tribunal de La Haya.

La aprobación del llamado Informe Goldstone -en atención al juez surafricano Richard Goldstone que dirigió la investigación en Gaza- se producía ante el rechazo absoluto de Tel Aviv y el malestar de Estados Unidos, cuyo representante, Douglas M. Griffiths, confesó estar «decepcionado» por un resultado, dijo, adoptado «con prisas». El informe también acusa de atrocidades contra la humanidad a Hamás, pero eso no parece importar a nadie.

Juntos, israelíes y norteamericanos habían sellado hacía tan sólo un mes una primera victoria al conseguir el 15 de septiembre que la mayoría de los 47 miembros del Consejo de Derechos Humanos votaran a favor de posponer hasta marzo la toma en consideración del documento.

Presión de Washington

La agencia AP publicó en aquel momento que grupos de países como los árabes, los africanos o los no alineados -partidarios de depurar las responsabilidades presumidas en el informe hasta sus últimas consecuencias-, claudicaron y aceptaron apoyar el aplazamiento «tras una fuerte presión por parte de Estados Unidos», llamada también «intensa diplomacia».

La maniobra de presión debió de ser extrema frente a la principal voz interesada en mandar las conclusiones de Goldstone a La Haya, la Autoridad Nacional Palestina, que también tuvo que plegarse a secundar la moratoria sugerida por Washington.

Según fuentes de la Muqata consultadas por este diario, el propio Barack Obama llegó a exigir al presidente palestino, Mahmud Abbas, que cesara en su intención de mantener vivo el informe por el bien del proceso de paz en Oriente Próximo. Según la prensa israelí, el Gobierno Netanyahu llegó a amenazar al líder de la ANP con hacer públicas unas comprometidas grabaciones en las que, supuestamente, se puede escuchar cómo el propio mandatario palestino alentó a las autoridades judías a redoblar los bombardeos en Gaza para así acabar con Hamás.

Sea como fuere, la claudicación ponía a Abbas ante la situación más complicada de su convulsa carrera política y en el centro de una oleada de condenas procedentes de voces árabes nunca vista. Las calles de las principales ciudades cisjordanas se llenaron de manifestaciones en las que se acusaba de traidor, a la vez que el movimiento islamista que gobierna la Franja se frotaba las manos ante el estrepitoso escándalo de su frágil adversario. Casi de manera automática, Hamás daba por dilapidadas las conversaciones con Fatah para firmar una reconciliación que está pendiente desde hace más de dos años, y que la mediación egipcia esperaba materializar el 25 de octubre para hacer posible en 2010 la convocatoria de elecciones palestinas.

Esfuerzo de Abbas

Asfixiado en mitad de ese panorama, Abbas ha intentado que el Consejo de Derechos Humanos reabriera el debate sobre el informe Goldstone hasta conseguirlo. La resolución aprobada ayer, escrita por los propios palestinos, puede ayudar a reparar la formidable descrédito del mandatario de Ramala ante los suyos. Pero en igual medida avivará la hostilidad de Israel hacia él. Sin ir más lejos, el Ministerio de Exteriores de Tel Aviv difundía ayer un comunicado en el que advierte de que la adopción del informe «perjudica los esfuerzos por promover la paz en Oriente Próximo» y que «Israel seguirá ejerciendo su derecho a la autodefensa».

En concreto, la resolución apoya dos puntos importantes del Informe Goldstone, como son la exigencia de investigaciones nacionales en Israel y en Gaza para castigar a los responsables de crímenes y la petición de que el Consejo de Seguridad acuda al procurador de la Corte Penal Internacional si fracasan dichas investigaciones. Aunque la posibilidad es remota, tal escenario es una pesadilla para Tel Aviv. «El riesgo existe, y en el camino, se podría causar mucho daño a Israel en términos políticos y de opinión pública», justificaba a este periódico un diplomático hebreo ante el temor de que la última ofensiva de su país pueda acabar en el banquillo.