«Lo peor era manchar de sangre la ropa»
MADRIDActualizado:Jon Jagoba se inició en el mundo de las escarificaciones hace nueve meses, pero su primer tatuaje se lo hizo con 15 años. «Fue un tribal en la tripa. Se lo oculté a mi padre», recuerda. Posteriormente vinieron cinco tatuajes más: en la muñeca, detrás de la oreja, en el antebrazo, en la espalda y en el omóplato. También ha tenido cuatro piercings, aunque ahora sólo conserva el de la nariz y el de la oreja.
«Vi esto de las escarificaciones en un documental. Me enteré de que era un rollo que venía de África y que fue una de las primeras formas de hacer tatuajes. Me pareció algo muy natural, sin tinta; la marca se hace con la propia piel», comenta este joven, que actualmente trabaja como soldador.
«La primera vez me hice una estrella en el pecho. Estaba nervioso porque no quería marearme, así que cerré los ojos y me puse música. Una de mis amigas grababa con una cámara y ella sí que se puso blanca y tuvo que sentarse. Yo estuve tranquilo, al final el dolor no fue para tanto», asegura Yonya -así le llaman los colegas-, quien reconoce que lo peor viene después. «Hay que tallar la escarificación todos los días en la ducha. Eso era lo más incómodo, no porque duela, sino porque después tienes que parar la hemorragia. Los primeros días solía manchar las camisetas con sangre».
Liberar adrenalina
Su segunda escarificación fue un personaje de cómic: Emily. «No lo hago porque me guste el dolor, sino porque después de hacerlo es como haber corrido un maratón. Liberas mucha adrenalina», confiesa. El joven asegura que estas marcas no le han supuesto ningún problema social. «Mis amigos dicen que estoy muy loco, pero que los dibujos quedaron guapos. Con las chicas tampoco pasa nada. A muchas les gusta tocarlo, aunque hay otras a las que les da repelús».
Yonya acepta sin vergüenza su afición por esta práctica y comenta ilusionado que ya está programando una cuarta escarificicación . Será un círculo de las cosechas -aquellos que aparecen en los campos y se atribuyen a extraterrestres- en el omóplato.