Un premio para todos

Lo siento, pero esta semana no puedo evitar ser corporativista. Y es que por primera vez en Jerez la información de los premios que entrega la ciudad fueron una buena noticia para los periodistas locales, que celebramos exultantes cuando la compañera Esperanza Lescún y la madre de Emilio Morenatti subieron al escenario del Teatro Villamarta a recoger los galardones.

Me rompí las manos aplaudiendo, y lo único que lamento es que las obligaciones laborales me impidieran estar allí en ese momento para darle un abrazo enorme a Esperanza, que estuvo soberbia, guapísima y muy acertada en su discurso, ése en el que se acordó de todos los que han recorrido las calles rastreando un tema, de los que seguimos al pie del cañón todavía.

Por eso, su premio lo recibimos todos como propio, aunque eso no puede restarle méritos a una mujer que es una de las más grandes profesionales del periodismo de Jerez, que nos ha enseñado a muchos el mejor camino para desarrollar nuestra labor, que es dueña de una voz maravillosa y que durante todos los años en los que se ha sentado delante del micrófono sólo ha querido ser honesta y contar simplemente la verdad.

La echaremos de menos en las ruedas de prensa ahora que se ha jubilado, aunque será mucho mejor encontrarla por las calles mientras las recorre con su inseparable Chavo, conversar en las cenas a las que estamos acostumbradas y disfrutar de su amistad.

Y de Morenatti lo que esperamos es que vuelva pronto a la carga, a retratar las injusticias y los conflictos olvidados, a abrir ventanas a esas otras realidades ante las que no se puede quedar uno indiferente. Su madre, pese a todo el sufrimiento, es la que mejor entiende esa necesidad que tiene de colgarse la cámara y ser portavoz de los más desgraciados. Por eso fue tan emocionante verla en el escenario.