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La Reina, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y la ministra de Defensa, Carme Chacón, a su llegada al desfile./ EFE
ESPAÑA

Zapatero sufre el mayor abucheo de los últimos años en el desfile militar

El Gobierno vasco asistió por primera vez a la parada, a la que faltaron Francisco Camps y José Montilla

MELCHOR SÁIZ-PARDO
MADRIDActualizado:

José Luis Rodríguez Zapatero sufrió ayer el mayor abucheo de los últimos años en el desfile del Día de la Fiesta Nacional, que presidió el rey Juan Carlos, acompañado del resto de la Familia Real. Aunque en los cuatro años anteriores el presidente ya había soportado durante la parada pitos e insultos, esta vez los gritos desde un sector del público fueron mucho más fuertes y más persistentes, ya que se oyeron durante la hora y media que duró el acto y no, como en ediciones pasadas, al inicio y al final del desfile.

Los insistentes gritos de «Zapatero dimisión» y «fuera, fuera», procedente de la muchedumbre situada en los laterales de las tribunas reservadas a las autoridades, también se dirigieron contra la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.

«Rito»

Rodríguez Zapatero se lo tomó con filosofía. «Ya forma parte del rito», comentó resignado en una conversación captada por los micrófonos de Televisión Española con la ministra Carme Chacón, el alcalde Alberto Ruiz Gallardón y la presidenta madrileña Esperanza Aguirre. Gallardón se quejó de que los descontentos «podían elegir otro día» para manifestar su enfado con el Gobierno, pero Aguirre, más ácida, se apresuró a comentar que «entonces sería dos» (los días de abucheos). Al alcalde la broma no le hizo gracia. «A mí me parece una falta de respeto absoluto», insistió Ruiz-Gallardón. Luego, durante la recepción, el regidor madrileño y el líder de la oposición, Mariano Rajoy, criticaron con dureza la pitada por la falta de respeto que supone durante una celebración institucional.

Al margen de las increpaciones, el desfile, más austero que otros años a cuenta de la crisis económica, transcurrió con normalidad. Eso sí, con algunos cambios respecto a años anteriores. La parada militar -en la que participaron más de 4.200 militares, 209 vehículos y 58 aeronaves- tuvo un nuevo recorrido, desde la plaza de Cuzco a Nuevos Ministerios, debido a las obras en varios puntos del paseo de la Castellana. Además, rompiendo la tradición, la exhibición aérea castrense fue intercalada en medio del desfile. Otro de los cambios fue la exhibición de banderas de la ONU, la OTAN y la UE como homenaje a los 20 años de participación española en misiones de paz en el extranjero.

«Orgullo»

Pero la novedad de mayor calado no estaba en el asfalto, sino en la tribuna de invitados. Allí, por primera vez, hubo un miembro del Gobierno vasco. El consejero de Interior, Rodolfo Ares, que acudió por el Ejecutivo de Patxi López, dijo sentirse «orgulloso» de representar durante la parada al «Gobierno vasco y por tanto al conjunto de la sociedad vasca» y apuntó que su presencia no era más que «un acto de normalidad democrática de un gobierno autonómico que surge del Estatuto, un Estatuto que está marcado en la Constitución».

El consejero, que recordó que «las Fuerzas Armadas también han contribuido y contribuyen a la lucha contra el terrorismo», aprovechó para charlar con algunos familiares de víctimas de ETA, entre ellos los allegados de uno de los guardias civiles asesinado el pasado verano en Palma de Mallorca.

Junto a Ares, en todo momento, estuvo la presidenta de la cámara vasca, Arantza Quiroga. No pisaron esas gradas reservadas a las autoridades el presidente valenciano, Francisco Camps, habitual a este tipo de actos en otras ediciones, ni el jefe del Ejecutivo catalán, José Montilla. Tampoco asistió el embajador norteamericano, que todavía no ha entregado sus credenciales en España. Sí se dejaron ver ocho presidentes autonómicos y casi todos los ministros (sólo faltaron Miguel Sebastián, José Blanco y Francisco Caamaño).