'Gürtel' es cosa de hombres
El levantamiento del secreto revela una trama machista, casposa y que usaba a las mujeres como meros floreros o actrices secundarias
MADRIDActualizado:Como aquel famoso anuncio de brandy de los sesenta, Gürtel es cosa de hombres. El levantamiento parcial del secreto del sumario no sólo ha dejado al descubierto una trama corrupta. También ha sacado a la luz una red que cerraba negocios en orgías con prostitutas de lujo, que utilizaba un lenguaje soez y siempre despectivo con las mujeres, y que se jactaba de usar a las féminas de su entorno como floreros o actrices secundarias, siempre ignorantes de lo que se cocía en la trastienda.
Las estadísticas no engañan. No hay ninguna mujer entre los 17 políticos del PP acusados de haber recibido cerca de 5,5 millones de euros en sobornos. Sólo 12 de los 71 imputados iniciales en el TSJM eran mujeres y, en su inmensa mayoría, son esposas de, secretarias o administradoras puestas como atractivas pantallas para opacar sociedades. Ni una sola está en el primer o segundo escalón de la trama corrupta, según los 17.000 folios desclasificados.
La lectura de esas páginas, sobre todo de los pinchazos, retrotrae a las películas de los setenta, en las que los actores Esteso y Pajares encarnaban los papeles de machos españoles a la caza de mujeres. Quizás haya una explicación. Álvaro Pérez, El Bigotes, el hombre de la trama en Valencia, es sobrino político en la vida real de Pajares y, antes de casarse con una ex mamachicho, rodó con Pajares un par de títulos.
«Guarrindongas»
El lenguaje de Francisco Correa, el engominado capo de la red que se hacía llamar con Don Vito, encaja al dedillo con el guión de cualquiera de esas películas. «Eran unas tías muy guarrindongas», «una fiesta con tías de puta madre», «tías impresionantes», «todos allí en pelotas, cada uno con una tía». Con esas palabras, se refiere en las grabaciones a la orgía con prostitutas del este de Europa que el alcalde de La Nucía, Alicante, montó para agasajar a los hombres de la trama a fin de cerrar un pelotazo. Correa describe en una de esas grabaciones a su mujer ideal: prostituta, «25 añitos, muy discreta, educada y calladita». Otro pinchazo, en enero de 2007, desvela cómo Paco habitualmente ofrece «servicios de chicas» a conocidos políticos.
El empresario encarcelado, al que ahora ni su esposa Carmen Rodríguez visita en la cárcel, era así. Correa «les pone casa y da dinero a millones» a las mujeres que le interesaban, explica en otra grabación Isabel Jordán, empleada de una de las empresas de la trama. El caso de Jordán es paradigmático del machismo Gürtel. Cuando el pasado enero, El Bigotes y Correa descubren que Anticorrupción les pisa los talones ni siquiera investigan. Como inquisidores, sin pruebas, dictaminan: la principal sospechosa de la delación es Isabel Jordán, «la rubia», tal y como la describe Álvaro Pérez.
Por la cabeza de Don Vito o El Bigotes, que tilda de «hija de puta» a Jordán, no pasa en ningún momento la idea de que el traidor sea un machote de esos con los que comparten supuestos viajes de negocios o puros y copas en el palco del Real Madrid. Y menos aún que sea el ex concejal José Luis Peñas quien ha aprovechado sus conversaciones sólo para hombres en restaurantes y bares de lujo para grabarles y buscarle la ruina. Y encima ayudado por dos mujeres mucho más listas que ellos: las fiscales Concha Sabadell y Miriam Segura.
Abogados
Quizás por esa traición judicial femenina, los líderes de la trama sólo han confiado su defensa a hombres. Entre los ocho abogados que coordinan la defensa de los tres encarcelados no hay una sola mujer.
Es evidente que el sex-appeal de El Bigotes y Don Vito no cautivó a las fiscales, pero tampoco funcionaba con otras mujeres. Desde luego no con las del PP. Correa reconoce en las grabaciones que ha intentado «machacar» a Esperanza Aguirre, tras apartarles ésta de la Comunidad de Madrid. Álvaro Pérez, en otro pinchazo telefónico se queja de que la alcaldesa valenciana, Rita Barberá, «no nos da nada».
La vicesecretaria general del PP, Ana Mato, por entonces esposa de uno de los principales cohechados, Jesús Sepúlveda, siempre estuvo al margen de los enjuagues de éste con Correa. Tampoco Ana Botella -a pesar de que Correa afirma que se «enamoró en el buen sentido» de El Bigotes- movió un dedo por favorecer al grupo.
Esas mujeres poderosas no entraron al juego de la red 'Gürtel'. En esa trama las chicas sólo tenían papeles de segundonas. Prueba de ello es que cuatro de los únicos siete sospechosos que han quedado fuera del sumario son mujeres. Todas ellas con un mismo perfil: fueron utilizadas como simples peones para figurar a la cabeza de las empresas corruptas. Alguna de ellas, según el instructor, en realidad sólo se dedicaba a «la recepción y entrega» de e-mails, el perfil perfecto de mujer trabajadora que gustaba a Don Vito.