El etarra que puso un coche bomba en el aeropuerto de Málaga se enfrenta a 14 años de cárcel
La Audiencia Nacional juzgará este jueves a Ismael Berasategui por preparar y colocar el vehículo, que no llegó a explotar al ser desactivado Otros dos miembros del comando ya cumplen condena por estos hechos
MÁLAGA / MADRID Actualizado: GuardarLa Audiencia Nacional juzgará el próximo jueves al etarra Ismael Berasategui Escudero por preparar y colocar un coche bomba en el aeropuerto de Málaga el 26 de julio de 2001, que finalmente no explotó al ser desactivado, hechos por los que el fiscal pedirá para él 14 años de cárcel. Según el escrito de conclusiones del fiscal, el acusado y los etarras Javier Zabalo Beitia y Ainhoa Barbarín Yurrebaso -condenados por estos hechos- integraban el comando legal itinerante Behorburu de ETA dedicado a la preparación de vehículos que habían sido previamente robados (por ellos mismos u otros terroristas) para su preparación y posterior utilización como coches bomba.
Para ello, Berasategui y Zabalo constituyeron una empresa denominada Zipistrin en la localidad de Villarreal de Urrechua, en Guipúzcoa, donde bajo apariencia de normalidad se dedicaban al lavado y limpieza de vehículos facilitando la cobertura necesaria para ocultar los coches robados y proceder a su preparación.
Así, sustituían las placas de matrícula y los cargaban con explosivos, placas que les eran entregadas por otros miembros de la banda terrorista ya confeccionadas y listas para su uso. Barabarín y Berasategui se dedicaban a realizar el traslado de los vehículos ya preparados con su mortal carga a la localidad previamente
Casi 200 vuelos afectados
Numerosos pasajeros que tenían que embarcar aquel 26 de julio de 2001 en la terminal malagueña recordarán sin duda aquella fecha. Un total de 308 vuelos, entre salidas y llegadas estaban previstos para toda la jornada en el aeropuerto de Málaga. De ellos, 198 se vieron afectados por el dispositivo de seguridad puesto en marcha a primeras horas de aquella mañana y que se mantuvo durante siete horas.
En total, cerca de 50.000 pasajeros se encontraron con el colapso creado en los alrededores del recinto aeroportuario. Según comentaron fuentes del Pablo Ruiz Picasso, el 87% de los vuelos de esas horas sufrieron retrasos, algunos hasta más de tres horas. El principal problema surgido durante la mañana era poder acceder al aeródromo, algo que tan sólo el tren de cercanías hacía posible.