Editorial

Depurar responsabilidades

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El anuncio de que la dirección del PP de la Comunidad Valenciana va a abordar el próximo martes una propuesta de su presidente, Francisco Camps, para que su secretario general, Ricardo Costa, cese temporalmente en sus funciones no sólo demuestra que los máximos responsables de dicho partido van decidiéndose a adoptar medidas consecuentes con el emplazamiento político que supone el sumario Gürtel. Antes que nada refleja las dificultades a las que se enfrenta una formación que ve cómo Correa y El Bigotes consiguieron resquebrajar la entereza moral que un partido democrático precisa en sus órganos directivos y entre sus representantes institucionales. La sucesión de imputaciones judiciales y de informaciones sobre la trama de corrupción, urdida a todas luces con la activa participación de algunos responsables y cargos públicos del PP, obliga a los dirigentes de este partido a reaccionar con mayor autoridad que la mostrada hasta la fecha. Obliga a distinguir entre el ámbito correspondiente al procedimiento judicial abierto, que ha de atenerse al carácter garantista de nuestro Estado de derecho, y la responsabilidad política derivada de las anomalías detectadas en el ejercicio de atribuciones delegadas y de los abusos de confianza evidenciados en la propia narración sumarial. Ni el partido político ni la institución a cuyo organigrama pertenezcan los imputados pueden o deben pronunciarse sobre la culpabilidad o sobre el tipo delictivo en el que hayan podido incurrir mientras no haya una sentencia firme. Pero esto en ningún caso les faculta para guarecerse tras una fingida ingenuidad, o tras argumentos propicios para diluir su responsabilidad política. Porque la comprensión o permisividad que los órganos partidarios o institucionales muestren hacia los indicios documentados de corrupción contribuye a deteriorar la credibilidad tanto de las propias siglas como de la democracia representativa. Nadie está en condiciones de indicar al Partido Popular valenciano o al PP a nivel nacional qué medidas concretas debería adoptar para depurar responsabilidades y recuperar la normalidad. Pero los populares deben comprender que no hay nada peor que la indiferencia cuando la corrupción penetra las propias filas, y que sus efectos acaban debilitando al partido cuando el escándalo es utilizado para dirimir cuitas internas.