LA ESPINITA CLAVÁ

En mi tiempo no pasaba

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Aveces dan ganas de alarmarse con la facilidad que tienen algunos para la alarma. La píldora del día después es el último motivo para que todo el mundo -hasta la gente con sentido común- se eche las manos a la cabeza. Y total, todo va a seguir igual. Los farmacéuticos que aleguen razones morales para no vender el medicamento -¿por qué no pusieron una barraca en lugar de pedir una licencia para expedir medicinas?- seguirán haciéndolo a pesar de ser ilegal. Con la excusa de «no nos ha llegado el pedido» u otras. Será por artimañas para saltarnos la Ley en este país. Y luego están los que piensan -pero no lo dicen- que esto va a suponer un desmadre. Lo dijeron también con la venta de la píldora, el preservativo, los parches, el DIU, etc. Nada de lo que se venda va a influir en si una persona decide o no mantener relaciones sexuales. Desde los tiempos de Hypatia y muchísimo antes, se ha tratado de evitar por todos los medios el acceso a una sexualidad libremente consentida, que no sólo tenga fines reproductivos. Con escaso éxito, por cierto. En realidad, nada ha cambiado demasiado desde los tiempos de Séneca. El amor sigue siendo ciego y sordo, pero los vecinos y parientes, no.

Lo que pasa es que opinar es gratis (ahí nos tienen a todos nosotros) y la sociedad siempre debe tener un motivo para aterrorizarse. Es la otra versión del fin del mundo. Esto se acaba: hordas de adolescentes (siempre son ellas las que la compran) lanzándose en masa a las farmacias. «Esto en mis tiempos no pasaba», se oye en cada esquina. Como dice Baz Luhrmann en el vídeo de Wear Sunscream (no se lo pierdan): Cuando seas viejo, añorarás los tiempos en que eras joven, los precios eran razonables, los políticos eran honestos y los jóvenes respetaban a los mayores.