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El sacerdote jerezano, con el Papa Juan Pablo II. /CEDIDA
Jerez

Un párroco entregado a sus fieles

Continuando con la letra G, hoy recalamos en los García de Villegas; extensa familia jerezana unida por lazos de parentesco con otras muchas y conocidas de la ciudad, entre las que se encuentran los Herrera Fernández-Humanes, los García de Villegas Bohórquez, los Castrillón, los Riva, los Medina, los Espinosa, los Castrelo, los Chaves, etc.

Rafael Lorente-Herrera
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Continuando con la letra G, hoy recalamos en los García de Villegas; extensa familia jerezana unida por lazos de parentesco con otras muchas y conocidas de la ciudad, entre las que se encuentran los Herrera Fernández-Humanes, los García de Villegas Bohórquez, los Castrillón, los Riva, los Medina, los Espinosa, los Castrelo, los Chaves, etc.

De esta familia hoy tenemos el honor de traer a las páginas de LA VOZ a quien sea su miembro más insigne y distinguido: Monseñor don Francisco García de Villegas y Alcázar, popularmente conocido como El cura de los Descalzos, el que a sus 83 años es con toda seguridad el sacerdote en activo más longevo de Jerez. Debido a ello, su larga y fructuosa carrera como religioso le ha hecho granjearse el cariño de toda la feligresía y por ende de Jerez.

Nació Francisco el 27 de diciembre de 1926 en el nº 18 de la calle Arcos, realizando los estudios primarios en el colegio del Buen Pastor, desde donde, siendo un niño (11 años) marchó a Sevilla para ingresar en el seminario del Palacio de San Telmo, donde hizo su carrera, saliendo de sacerdote a los 23 años. Cantó Misa en la Iglesia de San Pedro de Jerez, en su barrio de la Albarizuela el día 8 de junio de 1949, siendo sus padrinos los Condes de Peraleja. Tras cantar su primera Misa en Jerez fue destinado a Torre Alháquime, aldea cercana al serrano pueblo de Olvera en donde durante cuatro años se hizo cargo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Antigua, cuya labor es todavía recordada con cariño. Estando en Olvera fue reclamado por el Cardenal Segura para hacerlo coadjutor en la Parroquia de San Bernardo de Sevilla. Durante su estancia en la capital hispalense estudió e hizo las oposiciones para ganar una parroquia en Jerez concediéndosele al aprobar, la del antiguo convento de Los Descalzos en la calle de Medina.

No sólo un párroco

Al llegar a Jerez y ver el lamentable estado en que se encontraba la iglesia de los Descalzos, no solamente llevó a cabo las labores de párroco, haciéndose con una gran feligresía, sino que se entregó por entero a la restauración del templo, arreglando las cubiertas, por cuyas grietas entraba el agua en los días de lluvia, rezumándose por las paredes, llenando de humedades muros y paramentos, pues debido al mal estado de la techumbre, los técnicos habían diagnosticado peligro de derrumbe.

Desde entonces y hasta la fecha, nuestro sacerdote ha sido un celoso restaurador del noble y emblemático convento, llevando a cabo un continuado programa de rehabilitación con el que gracias a él, la iglesia de los Descalzos aunque, -con los achaques propios de la edad- conserva en la actualidad un notable estado de salud. Se ocupó también de construir la casa del párroco, edificación que con sumo gusto y sencillez hoy se encuentra integrada al monumento, formando un todo con él, aportando con ello una vivienda digna para el párroco, que antes, ni eso tenía.

Hoy

En la actualidad con sus 83 años, don Francisco es titular tanto de la parroquia de San Juan Bautista de los Descalzos, como de la cercana Iglesia de las Angustias, desempeñando también otros cargos en el arzobispado, del que hemos de resaltar el de notario y el de miembro del Tribunal de la Rota. Debido a su dilatada vida como religioso y a los numerosos lazos que tiene con otros apellidos de conocidas familias jerezanas, sus relaciones sociales han sido muy extensas pues ha participado en numerosísimos acontecimientos religiosos: bodas, bautizos, comuniones, confirmaciones y como es lógico, las defunciones y funerales que ha tenido que oficiar como párroco a toda su feligresía y como miembro de su extensísima familia.

Su entrega a la gente y afabilidad de carácter le ha hecho participar en la organización de múltiples simposium, viajes y peregrinaciones a Tierra Santa, a Roma, a Fátima, a Lourdes; como sacerdote, acompañando a creyentes que necesitaban la confirmación de su fe, o ayudando a enfermos cuyo auxilio era imprescindible para poder llevar a cabo dicha peregrinación.

Humildad y sencillez

De carácter cercano, fácil y comunicativo, trabajador incansable, de acusada sencillez y gran sentido del humor, su notable inteligencia y agudeza natural hacen del cura Villegas una persona muy querida en todos los estamentos y niveles sociales de nuestra ciudad, en donde se le valora por toda una vida de callada pero rotunda labor en pos de los necesitados y de los menos favorecidos.

Reseñar en estas páginas toda una vida llena de anécdotas e historias sería poco menos que imposible, no obstante y sorteando su humilde condición, publicaremos algunas de ellas, sabedores de que los más importantes pertenecen a la intimidad de su corazón.

En el terreno de la generosidad es una persona realmente desprendida, cuya desbordada humanidad le hace volcarse con todos aquellos que están verdaderamente necesitados, entregándose a ellos, ayudándolos a recobrar el camino, o a encontrar una solución a sus problemas.

En el ámbito de la cultura es un verdadero humanista, pues posee un vasto conocimiento de las lenguas clásicas: latín y griego, es por lo que, apenas se le insinúa, se ofrece para dar lecciones o clases magistrales. No han sido pocos los padres que han necesitado ayuda para sus hijos encontrando en don Francisco a un solícito y desinteresado profesor.

Es un auténtico experto en los vinos de Jerez que degusta y sabe apreciar con delectación; conocimiento que lleva en la sangre por tradición familiar, téngase en cuenta que su padre era marquista y vivió su niñez inmerso en el negocio del vino.

Valores como sacerdote ha tenido que oír, ver y vivir, tres cuartos de siglo de deterioro de los valores morales y religiosos; observando la degradación de la sociedad. Por lo que, con frecuencia se ha volcado con las personas que han sufrido las consecuencias de este deterioro: separaciones, divorcios, etc... acercándose a las partes en pos de la reconciliación.

Su hermana Mari Luz. No podíamos olvidarnos en esta crónica de su hermana Mari Luz, la que ha sido su apoyo y ayuda durante toda la vida, siendo para él la más fiel y abnegada compañera en todos los órdenes y momentos de su larga carrera.

Su Hermandad. Durante sus cerca de 60 años como párroco de los Descalzos y fiel devoto de la Virgen de la Amargura, don Francisco siempre ha estado pendiente de su Hermandad de la Flagelación, de la que ha sido su capellán y director espiritual, así como celoso vigilante del templo, al que ha entregado su vida, ¿y porque callarlo? Buena parte de su peculio particular.

Como dijera el poeta y pregonero Manuel Garrido Arcas; en la actualidad sigue con su apostolado, ... subiendo la escalera que va de la Tierra al cielo,

entregando sus desvelos al servicio de los hombres...