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El Príncipe condecora al cabo Cristo Cabello con la Cruz del Mérito Militar
LAS PALMAS Actualizado: GuardarEl silencio y el dolor marcaron el funeral por el cabo Cristo Ancor Cabello, fallecido el pasado miércoles en Afganistán cuando su vehículo blindado pisó una mina anticarro. La familia del militar canario de 25 años intentó mantener la compostura, pero acabó deshecha en lágrimas, sobre todo la madre y la abuela, para las que no había consuelo suficiente. La ceremonia, celebrada en la base General Alemán Ramírez de Las Palmas, estuvo presidida por el Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón, y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
El féretro con los restos de Cabello entró en el recinto militar cubierto por la bandera nacional y a hombros de ocho soldados de la Brigada de Infantería Ligera Canarias XVI, a la que pertenecía el cabo, que marchaban a paso lento. El ataúd fue colocado frente al altar y el mástil con la enseña a media asta. Antes, el Príncipe de Asturias y el jefe del Ejecutivo se acercaron a los familiares para transmitirles sus condolencias.
El funeral fue concelebrado por el arzobispo castrense, Juan del Río Martínez, y el obispo de las Palmas, Francisco Cases. Del Río manifestó durante la ceremonia que la muerte de Cabello, además de ser una «semilla de libertad» para Afganistán, es una prueba de que España «sabe mirar de frente y no esquiva su mirada ante los graves problemas internacionales». El arzobispo pidió «no bajar los brazos» ante los desafíos del terrorismo en el país asiático y se mostró convencido de que sólo hay una disyuntiva: «O acabamos con el terrorismo o terminamos siendo esclavos de él».
Del Río pidió a los familiares del cabo que sean «fuertes» porque esa actitud será «el mejor homenaje que podéis rendir a vuestro hijo». El prelado también se acordó de los cinco heridos en el ataque de la insurgencia, en especial del soldado de origen colombiano Júver Muñoz, ingresado en un hospital de Gran Canaria.
Lágrimas
Los allegados al cabo no prestaron, sin embargo, mucha atención al arzobispo, bastante hicieron con mantenerse en pie. La familia estaba deshecha y sus miembros eran un mar de lágrimas durante todas las honras fúnebres y la parada militar. La madre y la abuela no escondían su abatimiento pese a los intentos de consuelo de sus amigos y familiares y a los cuidados profesionales de un grupo de psicólogos.
La emoción y la tensión subieron un escalón al final del funeral, cuando el Príncipe de Asturias impuso a Cabello la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, una condecoración en honor a los muertos en acciones violentas, seguido del homenaje a los caídos por España y la interpretación de la oda La muerte no es el final y el himno de Infantería. Las lágrimas volvieron cuando el jefe de la Brigada Ligera de Canarias XVI, el general Francisco Javier Martín Alonso, entregó a la familia la condecoración, junto a su boina y la bandera plegada que cubría el ataúd.