vuelta de hoja

Ya serán menos

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Nos cuentan que las familias españolas, unas con otras, se entiende, ahorran uno de cada cuatro euros que caen en sus manos, más o menos atareadas. Si nos creemos las estadísticas debemos alegrarnos. ¿Ustedes les hacen caso? Yo tampoco. El viejo Jardiel Poncela decía que si alguien se comía un pollo y él no lo probaba, habían salido a medio pollo cada uno. Pasa lo mismo con el calzado: siempre que se habla del consumo de zapatos por habitante, en la estadística entran los carmelitas descalzos.

Chesterton, que debía de ser un poco roña, afirmaba que el ahorro era poético, porque era creador, y lo oponía al derroche, que a su juicio era destructor, pero añadir lo poco a lo poco no da para mucho. El miedo a la crisis puede que haga milagros, pero de momento está haciendo mucha más gente desgraciada. ¿Cómo es posible que el ahorro de los hogares españoles haya subido 10 puntos y se sitúe en su máximo histórico? Se hubieran agotado las alcancías y las huchas y esos cerditos de orondo barro donde se guardan las monedas vagabundas. Los españoles no nos hemos caracterizado históricamente por cultivar esa virtud, en el supuesto de que lo sea. Más bien hemos preferido vivir por encima de nuestras posibilidades, quizá pensando que por debajo de ellas no había posibilidad de vivir. Cuando el gran Oscar Wilde estaba en las últimas, unos amigos fueron a verle al humilde hotel donde terminaron sus días gloriosos, en amargo contraste con los más penosos, y le llevaron champán del país de origen.

-Estoy muriendo por encima de mis posibilidades- dijo.

Los expertos en el dinero de los demás, dicen que es la incertidumbre económica lo que mueve a los españoles a guardar parte de lo que no tienen. Para el día de mañana.