El valor de la oportunidad
Actualizado: GuardarEn el arte de la política resulta casi un axioma el saber actuar a tiempo. Desde los albores del nacimiento del Estado moderno los estadistas advirtieron que el criterio de oportunidad política podía atraerles pingües beneficios pese a los elevados costes que en un principio pareciera reportarles. Algunos, como Maquiavelo, incluso dedicaron tratados enteros para hacer ver al ‘Príncipe’ lo perentorio de saber tomar decisiones momentáneas y taxativas, impopulares en muchos casos, cruentas respecto a algunos, pero con el ánimo siempre de fortalecer posiciones futuras.
La nueva información recién desvelada sobre el ‘caso Gürtel’ acelera aún más si cabe la prioridad de que el líder del PP, Mariano Rajoy, establezca a las claras su criterio de autoridad en el partido. Las últimas declaraciones del páter popular, Manuel Fraga, insinuando cierta falta de buen hacer entre los populares valencianos, parecen brindarle cobijo para dar un paso hacia delante. Otros muchos sectores en el partido también empujan en la misma dirección. Rajoy debe empezar a jugar ya con las cartas electorales si quiere llegar a tiempo. La posición restablecida tras la victoria en las elecciones locales y europeas puede volver a tambalearse si no es capaz de optar por medidas taxativas respecto a aquellos miembros del partido afectados por las investigaciones, sean quienes sean.
Tras dos derrotas electorales en convocatorias generales, Mariano Rajoy debería saber que la factura de todo ello siempre va a su nombre. La insinuada fe ciega en sus lugartenientes no lo hace más libre, sino esclavo de unas lealtades que tal vez no requiera. ‘Amicus Plato, sed magis amica veritas’ (‘Platón es mi amigo, pero más amiga es la verdad’), dijo ilustrativamente Aristóteles. En un momento en el que las previsiones electorales colocan al PP con cierto rédito por delante de los socialistas, y cuando la maltrecha economía española seguirá siendo motivo de desazón para los potenciales votantes de izquierdas, el a veces esquivo e indolente zorro de Maquiavelo tiene que dar paso al león, que sabe cómo actuar a tiempo para después sentarse a esperar. Y quién sabe si hasta a ganar.