Nobel a seguir
Actualizado: GuardarEl premio Nobel de Medicina, otorgado a las científicas Elizabeth Blackburn y Carol Greider y a su colega Jack Szostak, por su contribución al estudio de la telomerasa como factor que coadyuva al desarrollo tumoral de las células, constituye el reconocimiento a cuantas investigaciones van dirigidas a responder al doble reto al que se enfrenta el ser humano: la prolongación de su vida en las mejores condiciones de salud. Pero, de manera específica, se trata de un galardón concedido a la perseverancia en la investigación básica, en un ámbito además que parecía descuidado a causa de la búsqueda de resultados de inmediata aplicación tanto en la lucha contra el cáncer como frente al deterioro general provocado por el envejecimiento. Es evidente que el estado de salud y la propia calidad de vida de los enfermos aquejados de algún cáncer dependen del saber y del proceder de la oncología médica. Algo que por analogía sería aplicable a cualquier otra especialidad relacionada con las enfermedades de más grave diagnóstico. Pero es necesario destacar que ya una buena parte de los tratamientos vienen basándose en los avances propiciados por el trabajo de Blackburn, Greider y Szostak. La telomerasa seguirá constituyendo una referencia oculta o enigmática para el gran público, capaz de dar cauce a la vida sana y de favorecer, a la vez, la proliferación tumoral. Pero la merecida concesión del premio Nobel a dos científicas y un científico que llevan años empeñados en el avance de la ciencia, en un terreno dejado de lado por los grandes presupuestos de la investigación dirigida a la obtención de fórmulas de pronta aplicación, constituye un estímulo para que se prosiga con esta labor de vanguardia. Y una razón para que las instituciones públicas se decidan a invertir en investigación básica.