Olímpica memez
Actualizado: GuardarLa merienda de negros vivida en tierras danesas con motivo de la elección de la sede olímpica para 2016 coincide en el tiempo con el rapapolvo que el Fondo Monetario Internacional le ha dado a España.
Seguimos en el vagón de cola de la recuperación económica y la distancia entre lo que padece el ciudadano de a pie y lo que le venden la clase política y las instituciones sigue aumentando. Sin caer en respuestas tan extremistas como la de un personaje que se ha fumado 700 cigarros mostrando su disconformidad con el proyecto de un Madrid olímpico, no le veo ningún sentido a someter al erario público a un gasto inconmensurable en estos tiempos. No está el país para mucho dispendio aunque el objetivo fuera rememorar lo vivido en Barcelona '92. Aquéllos eran otros tiempos con Indurain haciendo de las suyas por las carreteras francesas y los pabellones de la Expo sevillana atestados de guiris. 17 años después uno tiene la impresión -quizás por la edad- de que el mundo no es como nos lo pintaban. En Copenhague hemos asistido al verdadero estado de las cosas y en él hay dos caminos bien distintos. Por uno, transitan los que llegan bastante sobrados a final de mes, bien por su cargo público o su sangre azul, y que como se aburren soberanamente se montan la película de un gran evento deportivo para justificar de algún modo unos gastos de protocolo que le aliviarían unos cuantos años de vida a un abonado a la cola del INEM. Siguen estando a años luz del paraíso por el que transitan Cristiano Ronaldo y sus semejantes, pero son unos extraterrestres en comparación con los millones de mileuristas a los que nos han venido bombardeando durante los últimos años con las excelencias del cualquier rincón madrileño. Allá Brasil con sus JJ. OO. y nosotros, los mortales, a otra historia más terrenal como que el Cádiz y el Xerez enderecen sus rumbos.