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No es rojo todo lo que reluce

Fernando Alonso será el piloto número 107 en la nómina de Ferrari en la F-1. Sólo nueve fueron campeones a lomos del 'cavallino'

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Hubo 106 antes que él. En al menos la mitad de los casos se pretendió lo que ahora, establecer el nexo ente el mejor equipo y el mejor piloto. Fernando Alonso llegará a Ferrari aclamado como el farero que necesita la estructura de Maranello para convertir el quinquenio de su relación en la recuperación del relincho más famoso de este negocio. A lomos del cavallino que la condesa de Baracca regaló a Enzo Ferrari tras la muerte en acto de servicio de uno de sus hijos, héroe aviador, y que el commendatore estableció como emblema con el fondo del amarillo de Módena y la bandera tricolor en el capitel del blasón, el asturiano tiene la delicada tarea de convertirse en una prolongación de Michael Schumacher.

Es osada, sin duda, tal ambición. Desorbitada. Pero es lo que se respira en Maranello, Fiorano, Turín... tras cada despacho en el que la imagen ecuestre descansa sobre las estilizadas SF de Scuderia Ferrari. De poco sirve que la historia contradiga los excesos. 106 pilotos y sólo nueve de ellos fueron campeones al volante de un Ferrari, sumando un total de quince coronas de laurel. Ascari estrenó el palmarés en su tercera temporada en la casa. Fangio marcó la muesca a la primera. Mike Hawthorn tardó cinco almanaques en conseguirlo. Phil Hill, cuatro y John Surtees, dos. Lauda emuló a Fangio acertando en su primer campeonato como ferrarista, lo mismo que Scheckter. Tras la travesía del desierto (desde 1979 a 2000 sin un piloto rampante campeón), Michael Schumacher invirtió cuatro campañas para recolectar a partir de la quinta hasta cinco títulos consecutivos. Y Raikkonen retornó a la efectividad del estreno con galardón.

Entre los que desde enero figurarán como antepasados de Alonso, aparecen grandes campeones que no tocaron pelo vestidos de rojo. Prost, Mansell, Ickx, Andretti, son ejemplos significativos. Y nunca se podrá restañar ya la grieta histórica que supone el vacío en la lista más laureada de la F-1. Ayrton Senna ha sido el único icono que no aterrizó en la estructura italiana.

El enemigo en casa

Por eso, Alonso sabe que no es rojo todo lo que reluce, que no se trata de llegar y besar el santo. Porque ya estuvo en una situación similar, casi siamesa a la actual y aún se recuerda como el episodio más nocivo de su historial deportivo. Su fichaje por McLaren le permitió guiar el mejor coche de 2007. Sin lugar a dudas. Y no lo aprovechó o no le dejaron hacerlo por la inesperada voluptuosidad de Lewis Hamilton. En Ferrari no va a contar con un monoplaza, de inicio, tan redondo (habrá que constatar cómo se han movido en Maranello tras dar esta temporada por perdida e invertir en el coche de 2010) como la flecha plateada anglo germana. Y tampoco va atisbar indicio de sumisión en su compañero Felipe Massa, que le esperará con el cuchillo desenvainado y ganas de revancha. Lo de llevarse bien choca si se tira de hemeroteca o videoteca. Sentados en la misma mesa, va a haber tortas hasta por el agua entre el paulista y el asturiano.

Tampoco va a ser Alonso el primer español que supere el quicio de la puerta de entrada de Maranello. En la década de los 50, el noble Alfonso de Portago fue piloto oficial de la Scuderia, encontrando la muerte en un accidente en el Mille Miglia cuando guiaba un Ferrari. También le ha precedido Marc gené, si bien el barcelonés no ha superado la planta de los probadores. Estuvo a punto de llegar, semanas atrás, a la zona noble tras la pifia que supuso la elección de Badoer como sustituto del accidentado Massa. Pero le vino Dios a ver a Giancarlo Fisichella con su segundo puesto en Spa al volante de un Force India que parecía de juguete. Estuvo en el sitio exacto en el momento exacto. Y es italiano.

El patriotismo no ha jugado un papel clave en la nominación de Alonso. La tifosseria le aclama casi como a uno de los suyos tras la nula conexión con el autismo social de Kimi Raikkonen. Será bien recibido hasta por quien hasta hace no mucho se oponía a su futuro ferrarista. El kaiser Schumacher ha engranado la marcha atrás.

Mientras llega el momento de sumarse a una montaña de historia (790 Grandes Premios, 60 temporadas, 65 modelos, 210 victorias, 203 poles y 628 podios), Alonso apura sus tres últimas presencias con Renault. La de Suzuka se le torció ayer, como a muchos, en una calificación caótica, con cuatro accidentes, uno de los cuales envió a Glock al hospital. La FIA, empeñada en convertir el final de la era Mosley en una pachanga, sancionó a cinco pilotos, entre ellos Alonso, con la pérdida de cinco puestos por no reducir el gas con bandera amarilla en la Q2. El español contestó con enojo porque la presencia en pista de una pieza le impidió acceder a la lucha por las cinco primeras filas. Para más inri, la FIA no dará a conocer la formación inicial definitiva hasta cuatro horas antes de la carrera japonesa. casi lo único que se sabe es que Vettel hizo la pole.