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Más allá de éxitos y fracasos, la escudería del 'cavallino rampante' es la referencia en la Fórmula Uno./ LA VOZ
Deportes/Motor

Marea roja: la leyenda de Ferrari

La escudería italiana nació gracias a la pasión de Enzo Ferrari por la velocidad y la competición No es sólo un equipo: es una religión, una forma de vida para millones de aficionados al motor

J. M. ALONSO / M. A. BARROSO
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La escudería del Cavallino Rampante nació de la pasión de Enzo Ferrari por la velocidad y la competición. Con su impulso constante y romántico creció una marca convertida en leyenda, religión laica para millones de fans en todo el mundo. Fernando Alonso ya está en su nómina

«En Fórmula Uno la suerte o la mala suerte no existen. Esta última no es otra cosa que la suma de elementos o situaciones que no hemos sabido prever». El hombre y la máquina nacieron juntos, aunque no lo supieran. En la frontera del siglo (Enzo Ferrari vino al mundo en Módena, Italia, en 1898) olía a gasolina, a nuevos artilugios, a motores que espantaban a los perros. En aquellos años el padre de Enzo tuvo un taller de mantenimiento de coches. Algo pequeño, familiar, pero que sin duda sirvió para que el puzzle de tuercas y cables terminara por ser un mapa sencillo en la cabeza de aquel niño aspirante a genio; con los años, el más grande del deporte de la velocidad. El commendatore.

Piloto (una vez, en 1924, le ganó la copa Acerbo de Pescara a los Mercedes: siempre lo recordó). Constructor. Negociante. Un genio libre que abandonó Alfa Romeo, en 1939, «para no abdicar de mis convicciones». El caballero de las gafas oscuras que no asistía a las carreras porque le ponían demasiado nervioso, así que las escuchaba por la radio. El creador de una leyenda. Más allá de sus éxitos (15 campeonatos del mundo de pilotos, 16 de constructores, 210 grandes premios ganados en 789 participaciones), ninguna marca automovilística ha sabido cautivar tanto a millones de fans en todo el mundo, hasta el punto de convertirse en una suerte de religión laica. Sin fronteras. Los ferraristas no son de un piloto; son de Ferrari. Y tiñen de rojo las gradas de los circuitos de velocidad. Fernando Alonso acaba de ingresar en la familia. Después de mucho buscarse, el mejor piloto y la mejor escudería se han encontrado al fin.

Gran inicio

El hombre y la máquina nacieron juntos... y nacieron para correr. Enzo Ferrari construyó coches de uso civil como una consecuencia evidente de la necesidad de financiar la competición. Fundó la Scuderia Ferrari en 1929 en su ciudad natal. Por entonces se trataba de la división de carreras e ingeniería de Alfa Romeo, firma que le había fichado como piloto en 1920. En 1923 ganó una carrera en el circuito de Savio, en Rávena; allí conoció a la condesa Paolina, madre del conde Francesco Baracca, un héroe de la aviación que fue derribado durante la Primera Guerra Mundial y que decoraba su avión de caza con un caballo. La condesa pidió a Enzo que, en recuerdo de su hijo, usara ese emblema en sus coches como amuleto. Con algunas modificaciones sobre el original, así surgió el famoso cavallino rampante que se ha convertido en el símbolo de la marca. Fue usado por primera vez por los Alfa Romeo de la escudería Ferrari en las 24 horas de Spa de 1932. La independencia de la casa matriz llegaría al comienzo de la II Guerra Mundial, después de que el régimen de Mussolini tratara de instrumentalizar los éxitos de la firma y Enzo viera peligrar su papel protagonista. Pero para seguir viviendo la pasión de las carreras hacían falta ingresos. Es decir, construir y vender coches de calle.

Diseño espectacular

La calidad y el buen gusto siempre fueron la seña de identidad de Vehículos rojos (sobre todo), deportivos, afilados, el sueño de cualquier amante del motor, de los rebeldes con causa y con billetera para permitírselo. Sin embargo, el commendatore tenía otras prioridades.

Ferrari está presente en la Fórmula Uno desde el principio, en 1950. El argentino José Froilán González le dio su primera victoria en el Gran Premio Británico de 1951. El italiano Alberto Ascari ganó el campeonato para la escudería un año después. Lo demás es historia... y nombres grapados a ella: Juan Manuel Fangio, Niki Lauda, Gilles Villeneuve (muerto cuando conducía un Ferrari en Bélgica de 1982), Alain Prost, Michael Schumacher, Kimi Raikkonen... y Fernando Alonso. Que por cierto no es el primer español en este equipo. Alfonso Cabeza de Vaca, marqués de Portago, fue piloto oficial en la temporada 1956-57 y corrió cinco grandes premios. Falleció a los 28 años en un accidente en el rally Mille Miglia.

En España hay un club oficial de la marca (Ferrari Club España, www.ferrariclubespana.com) y algunas asociaciones privadas. Los coches de ediciones pasadas del mundial de Fórmula Uno son preciadas piezas por los que algunos aficionados son capaces de pagar millones de euros, según el modelo y la antigüedad.

¿Cuánto valdrá el primer coche de Fernando Alonso una vez que acabe su vida útil en los circuitos? Enrique Ramallo dice que lo mejor de la incorporación del asturiano es que mucha gente de a pie tendrá tiempo y oportunidad de conocer la leyenda Ferrari, «sabrá y ya no olvidará que no es como otra marca, como otro equipo». La compra de objetos con el sello Ferrari es un negocio global. Un simple polo sale por 95 euros, una gorra por 29, un reloj por 295. Enzo Ferrari murió en Módena en 1988. Presenció y dirigió la construcción de una empresa que es más un logro sentimental que financiero. Y ahora la fiebre subirá en España a la misma velocidad que corre Fernando Alonso.