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AL AIRE LIBRE

Vicasa

ENRIQUE VÍCTOR DE MORA QUIRÓS ciudadanos@lavozdigital.es
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Yo me crié con la visión cercana de las tres chimeneas de la fábrica de botellas al fondo de todo el paisaje de mi barrio. Allí estaban, cada mañana, cada atardecida, cada noche. Iluminadas por las luces rojas de aviso a los aviones, tras las tapias de la fábrica, que entonces llegaba hasta los llamados bloques de los maestros, al final de la barriada de Pío XII. Hubo un tiempo en el que cuando te acercabas a Jerez por carretera, era difícil no vislumbrarlas enseguida, junto con la cúpula de la Catedral o la torre de San Miguel. Incluso compartí estudios durante años con mi amigo José María Molina, hijo de quien fuera durante años director de la empresa en Jerez, y con el que una vez visitamos el complejo toda la clase. Digo todo esto porque, si se trata de enarbolar razones sentimentales a favor de Vicasa, no debe haber muchos jerezanos de determinadas generaciones a quien tal paisaje fabril le resulte ajeno. Yo también defiendo, apoyo y comparto las razones que la Iglesia y su Obispo al frente dan para la permanencia: que hay que meter ética y mirada social en las relaciones de producción. Pero la Iglesia también sabe por experiencia que el capitalismo en general y el capitalismo multinacional en particular no han sido históricamente muy receptivos a tales argumentos, y menos ahora, en esta época donde en vez de la ética se busca desmantelar aquí e instalar allá, donde se paga menos, se trabaja mas y no hay sindicatos que molesten ni gobierno que vigile. Todo esto lo saben también los políticos que acuden a las manifestaciones pro-permanencia: tanto el partido socialista como el popular comulgan en sus políticas generales y económicas nacionales con todos y cada uno de los elementos del capitalismo multinacional y globalizador, y el señor Zapatero está siempre deseando hacerse la foto con todos los grupos G de países desarrollados y adelantados del Primer Mundo, precisamente los adalides de la globalización, aunque ahora se llamen Obama y no Bush. Por eso ponerse la camiseta reivindicativa en Jerez y quitársela en las cumbres no es sino un acto de esquizofrenia política. No se puede comulgar con los programas y abjurar de sus efectos. Esto es servir a dos señores que son incompatibles.