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La crisis condiciona el voto irlandés
El Gobierno apeló hasta última hora a la necesidad de aprobar el Tratado de Lisboa para estar al abrigo comunitario en la actual situación económica
CORRESPONSAL. LONDRES Actualizado: GuardarUnos tres millones de irlandeses tenían ayer el derecho a acudir a las urnas -que cerraron a las once de la noche, hora española- para votar en referéndum si aprueban o rechazan las reformas en su Constitución a las que obliga el Tratado de Lisboa de la Unión Europea. Los conservadores británicos esperan el resultado con especial interés.
Y es que el líder tory, David Cameron, ha prometido que, si los irlandeses rechazan el Tratado y el texto que reforma las instituciones comunitarias tras la ampliación no está ratificado cuando llegue la fecha de las elecciones británicas -deben celebrarse en la primera semana de junio como último plazo posible-, él, su presumible ganador, convocará un referéndum en Reino Unido y pedirá el rechazo a la ratificación.
Los últimos sondeos publicados en Irlanda sugieren que el voto, cuyo cómputo se conocerá hoy, será favorable a la reforma constitucional. Aunque la impresión de los observadores es que, en los últimos días de la campaña, los partidarios del no habían ganado en popularidad. Un factor importante era la participación. A media tarde de ayer, la afluencia a las urnas era muy alta en algunos distritos de Dublín en los que el no ganó en el primer referéndum Y era baja en otras circunscripciones, especialmente rurales, en las que se impuso el sí. Toda conclusión es prematura, pero esos datos apuntan a que el Tratado será aprobado.
Si gana el sí, como desea el impopular primer ministro Brian Cowen, su Gobierno puede iniciar el proceso de ratificación y el Tratado de Lisboa habría completado uno de sus últimos periplos por los estados miembros de la UE. Su revalidación completa quedaría pendiente de complejas maniobras en la clase política de la República Checa o Polonia.
¿Qué harían entonces los conservadores británicos? Nadie lo sabe. El partido de Cameron inicia mañana en Manchester su conferencia anual y ya ha advertido de que, a pesar de que en la recta hacia los comicios generales se ofrecerá una amplia galería de anuncios que formarán parte del programa electoral, no habrá una definición formal de qué harán los conservadores si Irlanda vota sí. Ayer, el portavoz tory para asuntos europeos, Mark Francois, fue entrevistado en la BBC y se negó a responder con exactitud. Si Irlanda dice no, habrá referéndum. ¿Y si dice sí? Todavía no se ha dado esa circunstancia. A esa respuesta recurrente, los conservadores añaden que «no dejarán que el asunto se duerma».
La aclaración de ese enigma marcará la segunda escala del Tratado en las islas, pero ayer los irlandeses votaron por segunda vez unas reformas que rechazaron hace un año. Las cifras del déficit público que fueron conocidas coincidiendo con el voto sugieren que en 2009 el desequilibro entre los ingresos fiscales y el gasto del Estado será de un 12% del PIB. Es una situación radicalmente distinta a la que existía en el momento en el que los irlandeses desafiaron la petición de su Gobierno para que ratificaran una modificación constitucional que, como consecuencia lesiva más evidente y directa, supone que Dublín perderá en el futuro su asiento en la Comisión Europea.
Segundo escalón
Aunque la popularidad del Gobierno del Fianna Fail ha caído en picado en los últimos meses, el principal argumento de la campaña ha sido esta vez la economía. Los partidarios del sí han insistido en que, en una situación tan grave, Irlanda necesita el abrigo de la UE y no puede quedar en un segundo escalón de una posible Unión en la que la reforma ha sido bloqueada.
Los medios irlandeses sugerían en la tarde de ayer que habría una mayor asistencia a los colegios electores en las últimas horas de la jornada. En algunos, a las seis de la tarde, se registraba una participación por debajo de un cuarto de los electores. En un distrito ya había acudido el 54% de los posibles votantes, el mayor porcentaje del país. No hubo sondeos a pie de urna. El recuento comenzará a las nueve de la mañana y, dependiendo de lo ajustado de los resultados parciales que se vayan conociendo, se tendrá un indicio fiable del cómputo final a la hora de comer o habrá que esperar a media tarde para ver si Irlanda ha creado una crisis constitucional en la UE o ha dejado a los conservadores británicos ante la obligación de definir qué harán.