EL COMENTARIO

¿Hay consuelo?

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El paro vuelve a las andadas y, después de aflojar en mayo, junio y julio, se recrudece en agosto y septiembre. La vicepresidenta Salgado y el secretario de Estado Granados han tratado de minimizar la importancia del dato. Aunque es obligatorio agradecerles la intención, es necesario exigirles un esfuerzo mayor con los argumentos. Dicen que lo tenían previsto, que septiembre siempre es malo y el deterioro pierde fuelle. No sé si a ustedes les sirve de consuelo este argumento tan manido, consistente en reconocer que seguimos cayendo por el barranco, pero destacar que ahora caemos a menor velocidad. Si es así, disfruten con él.

Pero no olviden que en los últimos doce meses las listas del paro han crecido en más de un millón de personas y que en cuanto a los cotizantes a la Seguridad Social, perdemos la cota de los 18 millones. Recuerden también que el FMI acaba de darnos su triste previsión de un 20% de paro para 2010. ¿Siguen consolados? Enhorabuena, tienen un optimismo de acero. Si lo vendieran en las farmacias, me atiborraría. Aunque me hiciera dependiente.

Yo lo veo más negro. La persistencia del paro realimenta el círculo vicioso en el que estamos inmersos: más paro = menos consumo = demanda interna débil = poca actividad = escasa necesidad de empleo = más paro. ¿Cómo podemos romperlo? Pues si miramos hacia dentro, no queda resquicio para la esperanza. Los programas de estímulo como el Plan E van a perder fuelle dado que no hay Presupuesto General del Estado que lo aguante, expulsando a miles de trabajadores al paro; la demanda interna no resurge; y los dineros que han estado llegando de Europa se acaban. Así que tendremos que fiarlo todo al empuje exterior. Aquí nos encontramos con la primera noticia positiva. Todas las previsiones apuntan a una recuperación vigorosa del crecimiento en los países emergentes y a otra apreciable en los europeos. El tirón de las exportaciones puede suponer el final de nuestros males. Pero para que sea cierta la expectativa, es necesario que nuestras empresas mantengan un nivel aceptable de competitividad, lo cual no es un dogma. Por eso no se explica que la subida del IVA no vaya acompañada de una reducción de las cotizaciones sociales; ni que el Ministerio de Ciencia y Tecnología haya sufrido el mayor recorte de todos los efectuados en el proyecto de Presupuestos.