Dialogar con Teherán
Actualizado:L a genérica disposición del gobierno de Irán a permitir la inspección de la planta nuclear que mantenía oculta junto a su negativa a dialogar sobre su programa nuclear marcaron los límites de la posición persa en las conversaciones iniciadas ayer en Ginebra. Semejante planteamiento en la primera exploración de los representantes del G5+1 sobre la crisis nuclear desencadenada por Teherán, no constituyen elementos suficientes para evaluar el alcance que puede llegar a desarrollar un encuentro como el del la capital suiza decisivo para la estabilidad de la región, que además constituye un test clave para la nueva acción exterior de Washington. Las actitudes contradictorias de Irán en los días previos a la cita no permiten suponer que el país de los ayatolás esté dispuesto a someter a control su programa nuclear y aceptar a cambio una oferta de cooperación en el terreno de la energía nuclear para uso civil, el comercio y la seguridad de Oriente Medio. Aunque el encuentro podría interpretarse como un gesto de distensión del gobierno de Almadineyad, éste deberá dejar patente su voluntad política de superar el diálogo de sordos que ha presidido los múltiples intentos de negociación desde 2005. El clima previo al encuentro a las orillas de lago Leman llegaba enrarecido por la revelación de la existencia de una planta secreta de enriquecimiento de uranio, el lanzamiento de misiles de largo alcance y la afirmación del presidente iraní de que su país saldría "indemne" de la cita. Si la comunidad internacional no logra vencer la resistencia de Teherán a congelar sus programas sensibles, es probable que ni siquiera las sanciones que pudieran imponerse serían capataces de evitar que la escalada nuclear contagie a países de la región como Egipto, Turquía o Arabia Saudí, temerosos de quedar a merced de un eventual expansionismo persa.