Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
NADANDO CON CHOCOS

Cárceles del amor

FRANCISCO APAOLAZA apaolaza@lavozdigital.es
Actualizado:

Si el vamonó prescribe con la edad se lo pueden preguntar a la legión de viejos en España, dividida entre los que van a más y los que van a menos. A Roman Polanski se le ha venido arriba una antigua historia. Dicen que hace 30 años violó a una menor. Era un chiquillo, ella más. Una calentura enconada, las drogas, quién sabe, una mentira tal vez. Desde entonces no ha comparecido en casa para decir ni esta cosa no era mía. Ni Pamplona, hasta que el pasado -cuestión de nostálgicos o criminales- lo ha alcanzado en el aeropuerto de Zúrich. Lunas de hiel entre rejas.

Todos con Polanski. Nicolás Sarkozy defiende a un acusado de violación, como si no tuviera para un abogado. Directores de aquí y de allá, Almodóvar, Scorsese y otro ciento, firman un comunicado que dice que la detención es «inadmisible». Es curioso como lo inadmisible admite grados dependiendo de quién lo tenga que admitir.

Antonio Porta, de Chipiona, también se metió en un lío por un asunto de faldas. Iba a Honduras tras unas piernas de musa y se encontró unos grilletes. La había conocido por internet. María Antolina, la criatura. La pantalla, una ilusión descabellada como todas. Un anillo, los billetes y la trena. Pasaba por allí, dice. Es disminuido psíquico. Tal vez tirara una piedra frente a la Embajada de Brasil. Ni repajolera de quién es Zelaya, ni de lo que canta Perales, «que no hay una cárcel más dulce que la del amor, que no hay un vacío más negro que la soledad». No tiene iPod. Una celda con un cartón por cama. Y nueve años de talego para pensarlo. A eso le llaman sedición, ya ven. Almodóvar no se ha pronunciado aún. Ni piden que salga de la cárcel, «el pitillo en los labios, el alma disponible», escribió Celaya (el poeta).